Opinión | Editorial

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La concentración bancaria

La compra del Banc Sabadell por parte del BBVA continúa el proceso de consolidación del sector financiero en España

Sabadell Bbva

Sabadell Bbva / DAVID CASTRO

El sector financiero sigue el proceso de consolidación que los reguladores nacionales e internacionales hace tiempo que piden. Después de la fusión de Caixabank y Bankia, el BBVA ha puesto en marcha la compra de Banc Sabadell. La entidad resultante sería el segundo banco de España, detrás del gigante en el que, tras dos fases de reordenación del sistema financiero español, acabaron convergiendo La Caixa, Cajamadrid y Bancaja.

La operación tiene la virtud de aclarar todavía más el mapa bancario español, en el que había demasiadas entidades, algunas de ellas débiles y con problemas de solvencia. Una situación insostenible en un entorno como el actual, caracterizado por los bajos tipos de interés, lo cual pone en entredicho la rentabilidad del negocio bancario al menos como se conocía. Ante las dificultades de lograr sinergias de ingresos, no queda otro remedio que crecer por la vía de generar sinergias de costes.

Hay diferencias, no obstante, entre la fusión de Caixabank y Bankia y la que se perfila ahora entre el BBVA y el Sabadell. Para poder llevarla a cabo, el BBVA se desprende de su negocio en EEUU, la gran apuesta internacional en su momento de Francisco González, del que la entidad sale con una plusvalía de 580 millones, una cifra respetable pero no de la envergadura que la dirección del banco y sus accionistas esperaban.

Con la operación, el BBVA logra adelantarse a su competidor, el Santander. Para el Sabadell es el final de un camino. Sus actuales gestores tendrán que explicar con detenimiento a sus accionistas cómo se ha llegado a una situación en la que el valor de las acciones ha caído exponencialmente a causa de algunas decisiones cuanto menos discutibles. El Sabadell, un histórico del sector, sorteó relativamente bien algunas crisis en el pasado, que salvó con buena salud. Pero la estrategia de crecer en base de adquirir otras entidades financieras no ha dado sus frutos, y su accionariado ha tenido que asumir sacrificio tras sacrificio. Queda por ver cuál será el resultado de la operación con el BBVA. 

Puesta en marcha la operación, cabe exigir que los organismos de control velen por que se cumplan los procesos, limitando al máximo el impacto sobre la reducción de la competencia de los servicios financieros y otros costes asociados a las fusiones como el empleo y el cierre de oficinas, que parece inevitable en un contexto en el que se ha acelerado la banca digital en plena pandemia.  Bajo el manto de la emergencia del covid-19, las entidades están haciendo ahora el ajuste que nunca acabaron de completar.