España encallada

Todos terroristas

De izquierda a derecha, Joaquim Forn, Jordi Cuixart, Oriol Junqueras y Raül Romeva, antes de su nuevo ingreso en la prisión de Llenoders, el pasado 28 de julio

De izquierda a derecha, Joaquim Forn, Jordi Cuixart, Oriol Junqueras y Raül Romeva, antes de su nuevo ingreso en la prisión de Llenoders, el pasado 28 de julio / periodico

Ernest Folch

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Viajo hacia Lledoners un distópico sábado por la mañana: la C-16 permite un viaje en coche en absoluta soledad y repostar en una gasolinera donde el encargado y yo nos miramos como si fuéramos los dos útlimos supervivientes del planeta. Cuando llego a la prisión, y veo que solo somos cuatro visitantes mal contados, entiendo que la pandemia ha aislado todavía más a los presos, con el castigo añadido de haber sido expulsados de la actualidad por el maldito virus. Y cuando atravieso seis o siete puertas antes de llegar al locutorio, pienso que qué barbaridad que unos políticos, por desobedecer, sean tratados y encerrados como si fueran unos asesinos.

Lo primero que me cuenta Raül Romeva es que ni él ni sus hijos quieren verse a través de este cristal insoportable, y por eso ahora solo puede abrazarlos una sola vez al mes, en el único vis a vis que se le permite. “Nos quieren deshumanizar”, me dice, una frase muy triste que contrasta con su alegría innata, su mirada serena y su sonrisa impecable, su receta para luchar contra tanta injusticia. Pero el reloj de Raül me recuerda que los presos no tienen espacio pero tampoco tiempo, y apenas tengo unos segundos para decirle que su libro ‘Ubuntu’ (Angle Editorial), escrito entre rejas, es inteligente, sensible, culto y valiente, porque es autocrítico: “Lo hicimos sin ser suficientes”. La conversación se termina de golpe, porque cortan el micrófono, en una de estas violencias de baja intensidad tan habituales aquí.

Ya solo tengo tiempo de despedirme y saludar entre cristales a Jordi Sànchez y Jordi Turull, a los que se ve en plena forma gracias a las clases de fitness de Raül. Cuando salgo y regreso a la C-16 desierta, dicen en la radio que los presos políticos cumplen ya mil días encerrados y a continuación no sé qué presidente autonómico se escandaliza porque los “terroristas” de Bildu apoyarán los presupuestos. Es decir, hay una España que sigue encallada exactamente en el mismo punto: los que piensan diferente, da igual si son o simplemente han decidido ser pacíficos, son todos terroristas. 

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