Opinión | EDITORIAL

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La brecha salarial que no cesa

El problema excede a las empresas. El marco cultural y las deficiencias en el sistema de bienestar sigue cargando sobre las mujeres la mayor parte de los cuidados

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Un hombre y una mujer no pueden percibir un sueldo diferente por el mismo trabajo. Así lo dicta el Estatuto de los Trabajadores y la Constitución de 1978: “en ningún caso puede hacerse discriminación por razón de sexo”. Pero la realidad no es tan contundente como las leyes y son múltiples las trampas del mercado laboral que perpetúan la brecha salarial. Otorgar diferentes categorías profesionales a trabajos equivalentes en beneficio de los hombres es uno de los vericuetos habituales de las empresas. Es, por ejemplo, el caso de Esther y Paco, uno de los testimonios que recoge EL PERIÓDICO.

La discriminación laboral se gesta, demasiado a menudo, en la opacidad de los despachos. Por ello, las últimas medidas aprobadas por el Gobierno tratan de arrojar luz y transparencia. La obligatoriedad de un registro retributivo puede ser muy esclarecedor. Así, las empresas deberán recopilar cuánto cobra cada empleado, detallando los pluses y variables que constituyen el salario. Si la diferencia entre unos puestos y otros refleja una brecha salarial entre hombres y mujeres superior al 25% de media, la empresa deberá justificarlo debidamente o será multada. 

Son medidas contundentes pero el problema excede a las empresas. El marco cultural y las deficiencias en el sistema de bienestar sigue cargando sobre las mujeres la mayor parte de los cuidados. La atención de niños, mayores o dependientes requiere tiempo y esfuerzo, la jornada parcial se convierte en el único modo de compaginar el mundo profesional y familiar, pero también en el obstáculo que cercena las carreras de las mujeres. Si los avances contra los estereotipos que perpetúan la discriminación ya transcurrían por un camino lleno de dificultades, el virus no ha hecho más que sembrar nuevas dificultades.

La pandemia ha encendido todas las alarmas. Ya en el confinamiento los expertos coincidieron: se estaba agravando la brecha de género en cuanto a la distribución de los trabajos domésticos y los cuidados. Un grupo de investigación de la Universidad de Valencia destacó que las mujeres que teletrabajaban con niños en casa, además de cumplir con sus obligaciones profesionales y cuidar de los pequeños, también intentaban facilitar el trabajo o teletrabajo de sus parejas. La pandemia ha agudizado el paro femenino y está dificultando aún más el acceso al mercado laboral de las mujeres. También se está detectando un aumento del trabajo a tiempo parcial. El combate contra la brecha salarial va para largo.