Opinión | EDITORIAL

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Ayudas directas a las pymes

El tejido que forman las pequeñas y medianas empresas es esencial para soportar la crisis y salir de ella

Un comercio del barrio de Sant Antoni de Barcelona con la persiana medio bajada, el 14 de abril

Un comercio del barrio de Sant Antoni de Barcelona con la persiana medio bajada, el 14 de abril / periodico

En una entrevista en este diario, el presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, exige al Gobierno que ponga en marcha de forma inmediata un plan de choque para inyectar 50.000 millones de euros en transferencias directas a las empresas vulnerables, sobre todo las pequeñas y medianas que tanto están sufriendo el impacto de las restricciones obligadas por la emergencia sanitaria del covid. Afirma Sánchez Llibre que los sectores de la hostelería, la restauración, el comercio, el transporte, la cultura o el deporte dependen de estas ayudas para sobrevivir.

Ciertamente, el mecanismo de subvenciones o transferencias directas a las empresas que propone el presidente de Foment del Treball no es un invento ni una ocurrencia. Es lo que se ha hecho en otros socios de la Unión Europea, como por ejemplo Alemania y otros país que, en su mayoría, han destinado una porción mayor del PIB a apoyar al sector productivo. Las cifras que Sánchez Llibre cita en su entrevista son muy elocuentes: España ha gastado en ayudas a las empresas el 3% de su PIB, mientras en Italia han destinado el 4,5%, en Francia, el 4,6% y en Alemania, el 7,7%.

Una inyección directa en la cuenta de resultados de muchas pequeñas y medianas empresas es algo distinto al fondo de 10.000 millones que maneja la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) y que está destinado a empresas grandes y consideradas como estratégicas. Air Europa ha sido la primera beneficiaria.

La transferencia directa a pymes es más un balón de oxígeno similar a otras ayudas para familias, pero en este caso, destinada a paliar el desplome de ingresos (y en muchos casos una facturación de cero euros durante semanas). Es una manera de limitar un alud de cierres, quiebras y, por tanto, un tsunami de paro. Desde todas las instituciones insisten en que es el momento de gastar para frenar el desastre, no de forma alocada sino tratando de evitar males y, por tanto, costes, mucho mayores a largo plazo. No solo las grandes empresas estratégicas o el sector financiero merecen ayudas. El tejido empresarial que forman las pymes es esencial para soportar la crisis y salir de ella.