Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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Neoliberalismo de izquierda

Podemos utiliza la ley trans para restar votos al PSOE: si la apoya pierde a las feministas de toda la vida; si no, al colectivo LGTB

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Zutano (nombre supuesto) es un bombero de 51 años que se enfrenta a un juicio por violencia de género. Pero mientras se resolvía el proceso Zutano cambió de género y ahora es Zutana. La ley autonómica en Euskadi no requiere ni hormonación ni operación para el cambio registral.

Iñigo Urien Azpitarte basa la defensa de Zutano en el hecho de que cuando se cometió el delito su representado ya era mujer, dado que la identidad de género es innata y no adquirida, y manifiesta que llevará el caso a Estrasburgo si es necesario. Urien Azpitarte fue candidato a las elecciones europeas por el partido Familia y Vida, muy próximo a la Asociación Hazte Oír, con quienes ha colaborado dando charlas.

Pero nuestro amigo Zutano no es el único que se ha sacado ese truco de la chistera. El letrado José Luis Sariego Morillo aconsejaba a sus clientes en un artículo publicado en el 2019 que hicieran el cambio registral en las comunidades que así lo permiten, que son varias. 

Género y violencia

De la misma manera, en un artículo publicado en el 2019 en una web afín a la derecha más radical se entrevistaba a varios hombres que habían utilizado la misma estrategia que Zutano: "La jueza instructora –narraba uno de ellos– no podía pedirme que acreditara que era mujer, ya que, según 'la ley Cifuentes', no se precisa de acreditación de médicos,  psicólogos o peritos".

Por esta razón Macarena Olona, de Vox, posteó el martes dos tuits de agradecimiento a Irene Montero.

El uno. "Nunca imaginé que el feminismo de Irene Montero sería nuestro primer aliado: la violencia no tiene género y Catalunya da el primer paso para desdibujar la legislación discriminatoria de género" (y enlaza a una noticia que avisa de que incluir a personas trans –que no transexuales– y no binarios en la nueva ley de violencia machista significa en la práctica acabar con la ley de violencia de género). Y el otro: "Donde vosotras veis en la ley trans odio hacia la mujer, yo veo una oportunidad de oro para avanzar en el amor hacia el hombre. ¡Gracias, Irene Montero!" (y enlaza a un comentario sobre la ley trans).

Fórmula artificial

El propio Tristán Tzara no podría haber imaginado un momento más dadá que este.

Los extremos se tocan, y los populismos se tocan. Y así aparece el neoliberalismo de izquierdas. Esa fórmula creada por 'spin doctors', consultores, estrategas, relaciones públicas, 'think tanks', analistas, expertos, "teorizadores partidarios"… En fin, apesebrados con credenciales extravagantes que hablan en nombre de un votante ficcional, no de personas reales, y que le garantizan al gerifalte de turno la permanencia en su sillón al precio que sea.

La carta de la emoción

Podemos ha jugado la carta de la emoción: ¡hablamos en nombre de los desposeídos! Usamos una carta extrema que no nos hará perder más votos delos que ya llevamos perdidos (las encuestas solo nos dan un 11%) y que nos da visibilidad. Si el PSOE se pone de nuestro lado, pierde el voto de lasfeministas de toda la vida; si se pone en nuestra contra, pierde parte del voto LGTB. En cualquier caso, le hacemos perder votos al PSOE. ¿De paso le hacemos el juego a Vox? No es asunto nuestro.

No por casualidad hablábamos de "la centralidad del tablero", puesto que, al fin y al cabo, hemos venido  a jugar. Al tablero de juego.

Y ya dijo Nelson Mandela que él había jugado al rugby y que el rugby era un juego duro, pero que más dura era la política.

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