LOS INTERIORES NARANJAS

Rivera ahora cobra del PP y ataca a Arrimadas

La misma semana en que se hace público que Casado contrata a su bufete para recurrir una ley catalana, el exlíder de Cs arremete contra su sucesora y su estrategia de diálogo

Albert Ribera e Inés Arrimadas juntos, en una imagen reciente de archivo.

Albert Ribera e Inés Arrimadas juntos, en una imagen reciente de archivo. / periodico

Gemma Robles

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Albert Rivera, el expresidente de Ciudadanos, ha vuelto al escenario político que tanto pisó. No sabemos si coyunturalmente o con intenciones duraderas por... ¿morriña?. Ya se verá.  Lo que es obvio es que lo ha hecho para <strong>atacar al partido que él mismo ayudó a crecer</strong> hasta rozar la oportunidad de entrar en el Gobierno y que después empujó al abismo, con sus cuestionables decisiones estratégicas, hasta dejarlo en los diez escaños que tiene actualmente. Igual de obvio, aunque él se empeñe en intentar negarlo a posteriori vista la polvareda levantada, es que sus dardos se dirigen además a su excompañera y "amiga" Inés Arrimadas.  Lean y saquen sus conclusiones sobre la semanita naranja. Y sobre lo que pretende o no pretende Rivera:

Lunes:

Se hace público que el PP, ¡sí, el PP de Pablo Casado! contrata los servicios de Rivera y el bufete de abogados cuyo consejo de administración preside el exdiputado para recurrir una ley en los tribunales. ¿Cuál?. La norma de alquileres aprobada por el Parlament de Catalunya en septiembre, la que obliga a congelar o bajar los precios de los arrendamientos en aquellas zonas que tengan un mercado "tensionado". Un acuerdo comercial entre un partido político y una empresa privada… pero con trasfondo y lectura política.

Martes:

La actual jefa de Ciudadanos, Inés Arrimadas, sale a la palestra para confirmar un giro de guión en su negociación presupuestaria con el equipo de Pedro Sánchez. Confirma que mantiene la posición pactada de no presentar enmienda a la totalidad a los presupuestos esa misma semana pero que sí supedita, a partir de ese momento, el voto final de su decena de parlamentarios a las cuentas públicas a que se cumplan una <strong>serie de condiciones</strong>, como la retirada de la enmienda a la nueva ley de Educación, negociada con ERC, que permite que el castellano deje de ser lengua vehicular en Catalunya. Arrimadas solicita además un compromiso por escrito de que el Ejecutivo de coalición no avalará un intento de "convocatoria de referendo de secesión" en ningún territorio, además de ayudas para padres en cuarentena por tener hijos positivos o sospechosos de ser víctimas del Covid-19.

En esas horas la jefa de Cs había sido ya objeto de numerosas críticas por parte de excompañeros de organización, todos afines en su día a Rivera, que le afeaban no haber plantado cara al PSOE por prestarse a lo que ellos entendían un paso atrás con el castellano. Asimismo algunos naranjas en activo le recordaban en privado que las elecciones en Catalunya están a la vuelta de la esquina y que hay que pensar más en el electorado catalán. La presión sobre la presidenta de los naranjas se hace notar.

Miércoles:

Arranca en el Congreso la sesión plenaria del debate sobre enmiendas a la totalidad de los presupuestos. En ese debate a Arrimadas le caen por todas las bandas: le llegan reproches desde la derecha y desde la izquierda. Prueba inequívoca, sin duda, de que Ciudadanos vuelve a intentar centrarse, aunque sea a un alto precio. El PSOE, sin embargo, intenta no perder los puentes que ha ido construyendo con Cs, por más que incomoden a Podemos, y la ministra de Hacienda tiene palabras de agradecimiento con la actitud dialogante de la jefa de los naranjas. Pero el anuncio explícito y chirriante de Bildu de que apoyará las cuentas públicas y las intencionadas declaraciones de Pablo Iglesias, vicepresidente y líder de Podemos, sugiriendo que puede haber acuerdos secretos con los herederos de Batasuna ("la política es también el arte de lo que no se ve"), tensionan al máximo el ambiente. Sobre todo con Ciudadanos. Bingo para Iglesias, que destesta la idea de un acuerdo con Arrimadas. El líder morado siembra también pólvora en una parte del propio partido socialista, que se echa las manos a la cabeza con la jugada de su socio de coalición.

Jueves:

Rivera decide sumarse al zarandeo a su propio partido. La misma semana que se ha sabido que ahora vende sus servicios jurídicos al PP y con la excusa de publicitar (o sea, seguir vendiendo) su último libro. Sin paños calientes se quejó de actualmente la dirección de Ciudadanos –vamos, su "amiga" Arrimadas- sea tan "laxa" con "toda la banda entera de [Pedro] Sánchez". Se alegró de haberse marchado de una organización que se sienta a hablar con el Gobierno (sí, por sentarse a hablar) y se atrevió a hablar de "dignidad". "Saben que yo no aguanto ni un minuto apoyando cosas en las que no creo […]. La dignidad en la vida, cuando la pierdes, no se recupera", espetó. Esta, y otras lindezas más. Por supuesto horas después trató de usar las redes sociales para soltar un ‘dicenquedijeloquenodije….’.  Ya saben. Pero ahí están las hemerotecas. Y el mosqueo de su ¿amiga?.

Viernes:

Arrimadas decide salir al contraataque. Hasta dos veces, por si hay dudas. Defiende su apuesta por el centro y el diálogo, por difícil que resulte. "Hemos entendido la excepcionalidad del momento. En plena pandemia, hay que sentarse", concluye. Explica sus planteamientos -los suyos, que no los de Rivera- y advierte que sus condiciones a Sánchez para los presupuestos se mantienen, pero sin más dramatizaciones. Y este mismo viernes, para los que se hayan quedado con ganas de mucho más y de crónicas políticas bien contadas, les recomiendo la pieza de la periodista de esta casa Pilar Santos sobre <strong>'la emancipación de Arrimadas</strong>'. Para entenderlo todo.

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