Opinión | EDITORIAL

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Euskadi ante el espejo

La proliferación de obras que relatan las heridas del conflicto vasco reflejan que la violencia ha dejado de ser tabú para la sociedad

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Nueve años después de que ETA dejara de matar, la proliferación de documentales, películas y series televisivas que reflejan o relatan las heridas que el terrorismo provocó en la sociedad vasca colocan a Euskadi ante el espejo de su propia realidad reciente. Demuestran además que la cuestión de la violencia ha dejado, afortunadamente, de ser tabú para la ciudadanía vasca y para la española en su conjunto. El éxito de la serie 'Patria', que llega precedido por la extraordinaria acogida que tuvo la novela de Fernando Aramburu en la que se basa, es un buen ejemplo de ello. El libro ha vendido cerca de un millón de ejemplares y la serie ha conmovido a miles de espectadores.

Como toda obra de ficción, lo que narra 'Patria' no puede entenderse como un relato único. No lo es el de ninguna de las producciones cinematográficas o televisivas sobre el conflicto vasco. Todas abordan los hechos desde la propia óptica de sus creadores. Tratándose de una realidad poliédrica, con heridas aún no del todo cerradas, es normal que estas obras, por rigurosas que sean, sigan despertando controversia. Asociaciones de víctimas de terrorismo instaron a retirar un cartel de 'Patria', por considerar que equiparaba a víctimas y victimarios. Tampoco la serie –primero novela– gusta a la izquierda aberzale, pese a que en ella no se ocultan las vejaciones y torturas policiales a los etarras, ni les gusta la posibilidad de reconciliación que se esboza en la obra, y que ya se está dando explícitamente en algunos lugares del País Vasco, a quienes reclaman justicia pero parecen más bien pedir venganza.

De igual modo que hubo un proceso político para acabar con el terrorismo de ETA, también debe haber un proceso social para avanzar y superar, que no olvidar, esa negra etapa. El goteo de producciones audiovisuales que tratan del conflicto vasco forma parte de esta paulatina normalización. Llevar a la ficción la terrible situación que se vivió en el País Vasco y en particular en muchos de sus pequeños municipios: la radical soledad que vivieron las víctimas de ETA,  abandonadas incluso por quienes eran sus amigos de toda la vida, que, víctimas a su vez de la prevalencia del miedo, prefirieron darles de lado y mirar hacia otra parte, y la destrucción de la convivencia entre familias e incluso dentro de ellas, tanto las de aquellos que padecieron la violencia como las de quienes la ejercieron. Todas las visiones son necesarias para recordar una historia que muchos jóvenes desconocen y muchos mayores pretenden olvidar sin extraer lección alguna. Recordar para reparar y no repetir.

Esas reflexiones francas y esas miradas abiertas contribuirán a restablecer la salud de la sociedad vasca que, pese a lo rápidamente que ha tratado de restañar sus heridas y lo apacible que parece ser su actual vida política, arrastra todavía algunas de las consecuencias de la corrosión de la convivencia que la violencia causó. Consecuencias agravadas en ocasiones por la tendencia, aún vigente, a la utilización partidista del terrorismo y de sus secuelas.