Análisis

El covid como hecho social total

Se está dando una adecuada respuesta desde el punto de vista epidemiológico y clínico, una tibia respuesta económica y una deficitaria respuesta desde las ciencias sociales

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Joan Guix

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La pandemia del covid-19 se ha convertido en uno de los hechos que más nos está afectando. Se dice que, desde la segunda guerra mundial, ningún acontecimiento ha influido tan sobre la sociedad. El sociólogo francés Marcel Mauss hablaba de “hecho social total” para referirse a hechos que afectan a la totalidad de la sociedad y sus instituciones, y que son incomprensibles si queremos abordar por separado cada uno de sus componentes. 

Toda crisis de salud pública, también esta pandemia, comporta no tan solo una crisis sanitaria, sino también, y con igual intensidad, una crisis económica, una crisis mediática y una crisis política y social. Es un fenómeno global que tiene que ser abordado desde puntos de vista múltiples y diversos y requiere una respuesta holística y multidisciplinaria.

Estamos viviendo, además del hecho epidemiológico puro y duro, un fenómeno que la misma OMS ha denominado “cansancio pandémico” caracterizado por el agotamiento, la sensación de impotencia, ciertos niveles de miedo, incertidumbre y un cierto fatalismo.

Estamos acostumbrados a que las administraciones resuelvan buena parte de nuestros problemas colectivos. En la actual fase de mitigación de la pandemia, cuando no disponemos de tratamientos ni vacunas para combatirla, la responsabilidad del control de la expansión del virus recae, fundamentalmente, sobre las conductas individuales. De alguna manera, las administraciones han traspasado la responsabilidad al ciudadano, y esto provoca reacciones negativas, de no aceptación.

Un problema complejo, que tiene una evolución no determinista sino más bien estocástica, a diferencia otras epidemias, requiere abordajes multidisciplinarios y participativos. 

Los valores, tanto individuales como colectivos, condicionan la respuesta de la sociedad a esta situación, a este entorno. Hay que reconocerlos y gestionarlos. Posiblemente uno de los problemas que estamos teniendo en esta pandemia es que la respuesta de epidemiólogos, virólogos e infectólogos ha sido masiva, pero el componente desde las ciencias sociales, de sociólogos, psicólogos y antropólogos ha sido prácticamente inexistente en el planteamiento de las respuestas, más allá del campo de la teorización.

Al no disponer de herramientas convencionales, al no disponer de medicamentos que curen la enfermedad ni vacunas que la prevengan, los únicos recursos de que podemos disponer son de tipo conductual: distanciamiento, lavado de manos e higiene, ventilación, uso de las mascarillas, cuarentenas, aislamientos, cierres perimetrales, toques de queda o confinamientos. Es conducta. No es 'medicina'. El ser humano es gregario y empático. Y tenemos negacionistas, irresponsables y gente que, literalmente, tienen que elegir entre comer o hacer la cuarentena o el aislamiento. Y hay que comprender y modificar a partir de ser capaces de entender.

Los tests rápidos, los PCR, el rastreo, el R0 y el Rt, el doblar la curva o la ocupación del las ucis son importantes, muy importantes, pero representan tan solo una parte del problema, pero, como antes ya hemos dicho, como con cualquier 'hecho social total', si queremos tener éxito, no puede abordarse por partes, sino que hay que hacerlo holísticamente

Ahora lo más urgente es la respuesta biológica: identificar, controlar, tratar. Se está dando una adecuada respuesta, a pesar de las limitaciones, desde el punto de vista epidemiológico y clínico, una tibia respuesta económica y una deficitaria respuesta desde el campo de las ciencias sociales. “El conocimiento científico  de los hechos no es el único factor que interviene a la hora de establecer un curso de acción”. Las herramientas cuantitativas nos permiten conocer respuestas del tipo de 'cuántos' o 'con qué intensidad', pero no nos dan respuestas a 'por qué' mantenemos una conducta determinada, a pesar de estar desaconsejada y ser conocedores de ello. Nos hacen falta herramientas cualitativas con capacidad de responder a preguntas el tipo de 'por qué' o 'cómo'. Y estas herramientas están en el campo de las ciencias sociales. Es conocido y reconocido el papel de los antropólogos sociales en las epidemias de ébola en África para comprender sus mecanismos de transmisión y cómo intervenir desde un punto de vista conductual.

Ahora empezamos a ver consecuencias en el terreno de la<strong> salud mental</strong>, en el campo económico y empieza a divisarse una problemática política importante que se traduce en demagogia, extremismo y debilitamiento democrático. Es un campo idóneo por el desarrollo de los totalitarismos.

El virus hará su recorrido, al menos por ahora. No tenemos herramientas. La vacuna no es la 'bala de plata', a pesar de que forma parte de la solución. El virus ha venido para quedarse. Hay que reaccionar a sus consecuencias, a todas y no solo a las biológicas. Hace falta una respuesta holística.

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