DESPUÉS DE LA PANDEMIA

'Dosmilveintismo'

Últimamente me pregunto qué escribir, cómo escribir, si la vida se ha vuelto más inverosímil que la más extraña de las ficciones

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Care Santos

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El 2020 es como Donald Trump. Se marchará, pero sus efectos continuarán: el ‘trumpismo’. El 2020 acabará pero sufriremos mucho tiempo el “dosmilveintismo”. Es decir, tendremos pánico a contagiarnos de cualquier cosa, seguiremos comprando mascarillas, viendo a los amigos a través de una pantalla y teniendo miedo de abrazar y que nos abracen. Es lo que tienen los cataclismos: dejan secuelas de las que cuesta recuperarse.

Esta semana Eduardo Mendoza ha sido galardonado con el premio Barcino de Novela Histórica. En la entrevista que siguió a la concesión del galardón dijo que no le gustaban las historias basadas en hechos reales, que prefiere —y da más crédito— a la ficción. Durante muchos años he compartido esa preferencia. Sin embargo, ahora me pregunto qué ocurre cuando la vida se parece a una novela. Una que a veces es de terror y a veces una de esas historias de dictadores que, dicen, inventó Valle-Inclán. Qué ocurre cuando el caballero que gobierna el mundo se parece al general en el laberinto que inventó García Márquez o a un loco creado por Stephen King, cuya inquietante máxima a la hora de escribir novelas es esta: “Invento unos personajes, los encierro en alguna parte y los puteo”. ¿Les suena?

Últimamente me pregunto qué escribir, cómo escribir. Para qué inventar nada, si la vida se ha vuelto más inverosímil que la más extraña de las ficciones. Me contesto: para estos casos están los clásicos. El mayor de todos: La Biblia. Lo último de Eduardo Mendoza, ‘Las barbas del profeta’, es un homenaje a las historias bíblicas, donde dice el escritor que halló una de sus mayores inspiraciones cuando era niño. Un libro que cuenta cosas tan increíbles como que se parten las aguas de un mar para dejar pasar a los elegidos o que un señor a quien han ejecutado del modo más vil regresa de la muerte tan tranquilo y se presenta ante sus amigos. No puede ser casualidad que este 2020 se celebre el año internacional de la Biblia. Estoy segura de que Mendoza lo sabía. Yo creo que Mendoza, aunque disimula, lo sabe todo.