Trump en la carrera a peor presidente de los Estados Unidos

Hay perdedores y perdedores, y la ambición de Donald Trump por el "yo más" parece abocarle, si no puede ser el ganador de las elecciones americanas, a convertirse en el peor perdedor de la historia política de EEUU. Ya lleva cuatro días con sus noches apeado, por los votos, de la presidencia del país y ni ha reconocido los resultados ni mucho menos ha felicitado a su contrincante, Joe Biden.

Rebuscando en el baúl democrático norteamericano aparece algún referente de mal perdedor al que va por el camino de batir: el candidato a la Alcaldía de Nueva York en 2013 Anthony Weiner se despidió de la prensa, tras conocerse su derrota, con un expresivo dedo alzado antes de retirarse en un coche, recuerda el 'Saturday Evening Post' en una crónica de hace unos años. Más mezquino fue el candidato republicano a la nominación en Nuevo México en 2012 Gary Smith, que pinchó las ruedas del vencedor y empezó a rondar su casa en días sucesivos de forma tan intrigante que se ganó una orden de alejamiento. Ninguno llegó a ser presidente, cierto, pero perder la reelección, que no es tampoco habitual en la historia americana, deja a Donald Trump en una posición aventajada para lograr el podium al peor perdedor en la carrera a la Casa Blanca.

Perder siempre ha tenido un halo magnético, el del miedo al abismo que se abre entre el estar en lo más alto y luego caer. ¿Quién no ha sentido el vértigo ante un desafío personal, profesional? El deporte encarna muy bien ese punto límite y escritores como el norteamericano Gay Talese nos han ilustrado con esa cara B del triunfo, el fracaso, a partir de historias de deportistas que perdieron el partido de su vida, el combate definitivo, en 'El silencio del héroe'. Muhammad Ali o Joe di Maggio son protagonistas de algunos de esos artículos que inmortalizan su caída. 

Talese cuenta en una entrevista en 'La República' que ve en el resultado electoral la "tragedia de que Trump no acepte el final del viaje", entre otras muchas aristas en este proceso, pese a todo, de triunfo de la democracia. Está por ver hasta qué abismos llega la ambición de Trump de hacer historia en el ranking de los perdedores.