ANÁLISIS DEL DEBATE PRESUPUESTARIO

Las desgracias privadas y las cuentas públicas

"De las cuentas públicas que están a debate, y de la altura política, dependerán millones de destinos individuales. También los recursos disponbiles para gestionar el drama del Covid, que es mucho. O la posibilidad de revitalizar la palabra reconstrucción"

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, defendiendo el proyecto de presupuestos ante las enmiendas a la totalidad de la oposición

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, defendiendo el proyecto de presupuestos ante las enmiendas a la totalidad de la oposición / periodico

Gemma Robles

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El Gobierno de coalición pasará este jueves, salvo sorpresa, el primer examen al que debe  someter a sus nuevos presupuestos. El día que se aprueben definitivamente, si se aprueban, serán los suyos. Sus cuentas. Claro. Pero también las tuyas. Las nuestras. Las mías. Y marcarán la senda de un tiempo excepcional que merecería que los presupuestos más ambiciosos de la historia de España (con ayuda de Europa y conviviendo con una de las peores crisis que se recuerdan), fueran hijas del consenso. Del sentido de Estado. De la responsabilidad histórica. 

De momento ya ha habido siete grupos parlamentarios que han presentado enmienda a la totalidad al borrador presupuestario, con la finalidad de que fuera devuelto: PP, Vox, JxCat, Coalición Canaria, Foro Asturias, BNG y la CUP han coincidido en este objetivo. Y lo han hecho con argumentos bien distintos y tonos diversos aunque, en general, colocando el pimpampún político por delante de la discusión sobre partidas, prioridades y números. Casi con toda seguridad, fracasarán en este primer intento de bombardear las cuentas pero... ¿qué ocurriría si lo lograran?. Que seguirían vivos los  presupuestos del exministro popular Cristóbal Montoro, prorrogados y reprorrogados hasta límites que superan lo razonable por la incapacidad de la clase política de superarlos. 

El factor Bildu

Pasado el primer examen, el de la totalidad, quedará aún por delante una larga tramitación. Y largas jornadas de negociación y reproches. La coalición de <strong>Pedro Sánchez y Pablo Iglesias</strong>, que cumple este jueves un año de vida, pretende tener cuadrado el círculo presupuestario en diciembre, si pudiera ser con más apoyo del que cosecharon para la investidura. Eso sí, PSOE y Podemos discrepan en las preferencias sobre qué nuevos grupos deberían sumarse a su lista de avales:. A los socialistas, su deseo de que los naranjas se conviertan en socios estables se le tuerce. Arrimadas ha decidido que Cs no puede abordar las próximas elecciones catalanas sin haber exigido -y ya lo ha hecho-que el Ejecutivo reniegue de su pacto con ERC, el que permite que el castellano deje de figurar como lengua vehicular en Catalunya.

Tampoco ayuda que Podemos haya arrastrado al acuerdo sobre los números a Bildu. Ni que el vicepresidente Iglesias, pese a saber las tensiones que genera dentro del propio PSOE la cercanía a los de Arnaldo Otegi, se permita subrayar que "la política es también el arte de lo que no se ve", jugando con la peligrosa sugerencia de los pactos secretos. No está el horno pandémicos para juegos. Ni de unos, ni de otros. Cartas sobre la mesa. Y que juzguen los ciudadanos, los dueños de los presupuestos.

Y es que de las cuentas públicas que están a debate, y de la altura política, dependerán millones de destinos privados. También los recursos disponibles para gestionar la desgracia -mucha- que sigue dejando a su paso la Covid 19, o la posibilidad de revitalizar el concepto "reconstrucción" del Estado del bienestar o de la maltrecha economía. Casi nada.

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