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La Catalunya del desgobierno

Lo de los autónomos es otro caso de ineficiencia y de lucha fratricida entre los partidos que mandan en la Generalitat

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Joan Tapia

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Ningún Gobierno europeo -salvo Alemania- ha sabido gestionar bien el coronavirus. España tampoco y lo muestra la encuesta del CIS de este miércoles (un 60% ha empeorado su opinión sobre el Ejecutivo). Pero Sánchez ha dado la cara (quizás con exceso de TV) y el ministro Illa ha intentado mantener el rumbo dialogando con las autonomías. Las encuestas le señalan como uno de los ministros más valorados.

Lo de Catalunya es otra cosa. En la primera alarma los partidos gobernantes -primero JxCat y luego ERC- votaron en contra exigiendo su competencia en la lucha contra la pandemia. ¡Lo sabríamos hacer mucho mejor! Pero gestionar una catástrofe no es popular y ahora el Govern se enfrenta a una  masiva protesta del sector servicios, desde los restaurantes a los cines y gimnasios, que gritan que este segundo cierre les está arruinando y que en otras partes las normas son menos severas y los resultados no peores. Fermí Puig -que con el Drolma tuvo el mejor restaurante de Barcelona- lo ha resumido: “Hay que abrir ya porque miles de trabajadores están al borde de la miseria, no podemos tomar medidas de ricos en un país pobre”. O sea, obligar a cerrar y no pagar a los afectados.

No me atrevo a dictaminar porque hoy la prioridad es evitar otro confinamiento domiciliario, pero lo que no tiene ningún pase es lo de los autónomos. Arbitrar ayudas de 2.000 euros, que solo pueden llegar a 10.000 de los más de 400.000 afectados, y darlas a los primeros que hagan llegar su petición a una web, es una aberración. El sumum es que el sistema informático se ha colapsado dos días seguidos ante miles de autónomos indignados.

Y el desgobierno sigue. El ‘conseller’ de Treball (ERC) culpa al de Polítiques Digitals, el que prepara lanzar satélites catalanes, y Jordi Puigneró, cercano a Puigdemont, replica que las ayudas están mal pensadas y que lo había advertido. Es una patada más entre exconvergentes y republicanos, ahora en el trasero de los autónomos.

Es el suma y sigue de varios años de desgobierno en el que JxCat ERC se han ocupado -grandes discursos aparte- en combatirse con el único objetivo de ganar las elecciones. Ya pasaba con la presidencia de Torra, dicen que una buena persona con nula experiencia de gobierno, al que David Madí -el ‘cerebro’ de Mas y que aspira a serlo de JxCat- califica de “cabra loca” en una conversación telefónica que no teníamos por qué haber conocido.

Lo peor es que cesado Torra -por no obedecer a la Junta Electoral hasta minutos antes de que intervinieran los Mossos- los socios del Govern no han aceptado lo más elemental, que el vicepresidente ejerciera de presidente, y el Govern se ha quedado descabezado. Y pasa lo que dice la primera regla de gestión: si quieres arreglar un problema, nombra un responsable, si quieres envenenarlo, encárgalo a una comisión. Un Gobierno convertido en asamblea de pretenciosos ‘consellers’ no sabe afrontar los graves problemas de la Catalunya del 2020.

En otras partes tampoco se ha gestionado bien, pero al menos hay un Gobierno con un jefe. ¿Se imaginan al Gobierno de España con Pedro Sánchez incapacitado y Pablo Iglesias peleándose con Nadia Calviño con Carmen Calvo de mediadora y con Salvador Illa sin tener con quien despachar?

Pues eso es lo que pasa hoy en Catalunya, que no es la Holanda del sur que predicaba Artur Mas. Lo siento por el vicepresidente, Pere Aragonès, quizás el político más capacitado del Govern, pero no se puede liderar ningún equipo si la mitad se dedica a ponerle zancadillas para perjudicarle.

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