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Éxito del candidato templado

Biden ha obtenido el 64% de los electores que se autocalifican como moderados

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zentauroepp55822243 opinion ilustracion de leonard beard201109210404 / LEONARD BEARD

Joan Tapia

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Joe Biden ya es el presidente electo y la negativa de Donald Trump a admitir la derrota no parece que pueda ir muy lejos. El anterior presidente republicano, Georges Bush, ya le ha felicitado y expresado voluntad de cooperar.

Biden ha ganado, pero la victoria del candidato demócrata no ha comportado la 'marea azul' (azul es el color demócrata) que auguraban las encuestas. Primero, porque en la Cámara de Representantes la mayoría demócrata va a reducirse al aumentar los escaños los republicanos. Segundo, porque no está claro que los demócratas vayan a controlar el Senado (ahora republicano) y un presidente sin mayoría en el Senado está obligado a pactar.

Vayamos a las presidenciales. Biden ha ganado con unos resultados no muy distintos a los del 2016, cuando Trump batió a Hillary Clinton. Ahora ha votado mucha más gente, 146 millones frente a los 129 del 2016, pero el porcentaje de los candidatos ha variado poco. Hillary tuvo el 48,2% de los votos frente al 46,1% de Trump y ahora Biden ha logrado el 50,6% frente al 47,6% de Trump. Biden ha tenido 4,4 millones de votos más que Trump (75,6 frente a 71,2) pero Hillary también superó a Trump en casi 3 millones. Y respecto a lo realmente decisivo -los votos del colegio electoral de los estados- Biden tiene ahora 279 (falta saber 45 de tres estados) frente a los 214 de Trump, mientras que en el 2016 Trump obtuvo 304 y Hillary 232.

La gran diferencia está en que Biden ha ganado por la mínima en tres estados (Pensilvania, Michigan y Wisconsin), industriales y tradicionalmente demócratas, en los que Trump ganó, también por la mínima, en el 2016 apelando al voto de los trabajadores de la industria castigados por la globalización y la competencia extranjera. Pero no ha habido revolución. Biden se ha llevado estos estados con muy poco margen, como Trump hace cuatro años.

Biden ha reconquistado algo el tradicional voto demócrata de estos estados, el llamado 'muro azul', y lo ha logrado prometiendo empleos en una campaña intensa. Pero sobre todo el éxito de Biden ha sido convertir las elecciones no en un combate entre demócratas (e izquierdistas) y republicanos (partidarios del orden), sino en un referéndum en el que se debía optar entre Trump, un presidente divisivo y bronco, a veces histérico, que atacaba continuamente a sus enemigos internos y externos, y un candidato moderado que ofrecía una presidencia tradicional y conciliadora. Entre un candidato que despreciaba el coronavirus, se mofaba de la mascarilla y hacía mítines pese a los 238.000 muertos de la pandemia, y otro que usaba la mascarilla en una campaña limitada por las precauciones.

Así Biden ha aunado a los votos demócratas, que ya tuvo Hillary, más votos moderados (64% contra 33% a Trump) o independientes (50% contra 40%). Ahí ha estado la clave. Si el candidato demócrata hubiera sido ideológicamente más combativo, del ala izquierda del partido, es casi seguro que Trump habría vuelto a ganar. Biden se ha mostrado como demócrata tradicional de centro-izquierda -por eso le eligió Obama de contrapeso como vicepresidente- y no ha dado ningún pie a que Trump le acusara de radical o de amigo de Chávez. E incluso así no ha logrado ganar el importante estado de Florida, donde viven muchos refugiados cubanos.

Los americanos, que han acudido a las urnas más que nunca, han preferido a un político tradicional y moderado que a un agresivo presidente nacionalista que predicaba que América, solo con su fuerza, se bastaba para solucionar los problemas de los americanos.

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