600 PERSONAS EN LA SAGRADA FAMÍLIA

Rece por nosotros

Lo que deja en evidencia la beatificación del pasado sábado es que la cultura no es un bien esencial ni un derecho fundamental para nuestros políticos

zentauroepp55784195 beatificacion201107144911

zentauroepp55784195 beatificacion201107144911 / periodico

Marta Buchaca

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pasado sábado, en la Sagrada Família se ofició una misa con 600 personas. Las medidas de la Generalitat permiten abrir las iglesias con un aforo del 30% de su capacidad. Teniendo en cuenta que en el templo de Gaudí caben 3.000, no se puede decir que la misa fuera ilegal. La celebración era ni más ni menos que la beatificación de Joan Roig Diggle, asesinado en 1936. O sea que urgente, urgente, no era. Pero ese no es el problema. La cuestión es que Alba Vergés, cuando Gemma Nierga le pregunta en una entrevista por qué se puede ir a misa y no al teatro, se mete en un jardín de ahí te espero y es incapaz de contestar.

En estos momentos tan duros mucha gente necesita a la Iglesia y también a sus campañas de caridad que dan de comer y ayudan a muchísimas familias. Los creyentes, sean de la religión que sean, encuentran consuelo en la fe. Y el consuelo, ahora,  en plena pandemia mundial, que nos ha dejado sin aire, sin poder ver a amigos ni a familiares, sin ir a cenar ni a comer ni a tomar una caña, es más necesario que nunca.  Yo, y como yo, muchos, tenemos una religión que nos da el alivio y la paz que los creyentes encuentran en la fe, y esa religión es la cultura. Algunos de sus templos son los teatros, los cines, las salas de conciertos y los circos.  Lugares donde nos sentimos protegidos y arropados y donde sentimos que este mundo que nos ha tocado vivir duele un poco menos.

Los derechos según Omella

Las redes han hervido estos días con eso de la misa multitudinaria. Muchos pedían hacer teatro en las iglesias, otros exigían que se cerraran. Yo no deseo que se cierren las iglesias, al contrario. Lo que anhelo es que se abran los teatros, los cines y las salas de conciertos, que cumplen las medidas de seguridad incluso más que las iglesias, porque en misa hay entrada libre y en el teatro hay un registro de los espectadores de manera que, en caso de contagio, el rastreo sería sencillo. Ayer, el arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella en una entrevista en la cadena SER de Catalunya, no pudo ser más claro: “Hay unos derechos fundamentales como son el derecho a manifestación, el derecho de libertad de expresión y el derecho a la religión, pero no existe el derecho a la cultura”.

Y eso es precisamente lo que ha dejado en evidencia la beatificación del pasado sábado. Que la cultura no es un bien esencial ni un derecho fundamental para nuestros políticos. Pero les aseguro que sí lo es para los amantes de la cultura y para sus trabajadores. El mes de octubre encontré consuelo en obras como ‘Smiley 2’, ‘Escape Room’, ‘Bonus Track’, y en muchas de las obras que se cancelaron de manera abrupta. ¿Qué pasará con ellas? ¿Se quedarán en el limbo, como dice la teología católica que pasa con los niños que mueren antes de ser bautizados? Espero que no, porque les aseguro que el limbo es un lugar oscuro y desagradable. Pero me niego a perder la fe, así que, excelentísimo cardenal Omella, le pido por favor que rece por nosotros, los amantes y los trabajadores de la cultura. Al tener usted vía directa, a lo mejor le hacen más caso.