LIDERAZGOS NOCIVOS
El 'trumpismo' lo inventó Aznar
Hay suficientes paralelismos para concluir que España ya vivió en su día lo que EEUU empieza a dejar atrás
Ernest Folch
Editor y periodista
Ernest Folch
El ‘trumpismo’ ya existía mucho antes de Trump, lo inventó un tal José María Aznar. El alivio que siente ahora medio Estados Unidos se parece mucho al que vivió España el 14-M del 2004, la fecha en que se puso fin a aquel siniestro cóctel de corrupción, prepotencia y mentiras, cuando todavía no se llamaban ‘fake news’ pero eran incluso peores. Porque Trump se va acusando de fraude al sistema que él mismo presidía, pero Aznar se fue de la misma manera, tras su mafioso intento de manipular la verdad de los atentados del 11-M y enviar a aquel ministro Acebes a pasar a la historia con sus dos líneas de investigación. Ya pueden estar seguros de que Trump alargará su ‘show’ en los tribunales de la misma manera que el ‘aznarismo’ estiró la teoría de la conspiración hasta la náusea, con la inestimable ayuda de Pedro J., que fabricó los famosos bulos del ácido bórico y la tarjeta del grupo Mondragón en la célebre Renault Kangoo, un precioso precedente de los tuits enloquecidos de POTUS.
Y es que las burdas maniobras de Trump para esconder su conexión rusa para alterar las elecciones recuerdan demasiado a los “hilillos de plastilina” de ‘emepunto’ Rajoy tratando de tapar la porquería del ‘Prestige’, que era en realidad la de todo el sistema, así como la cómica desfachatez de Donald en sus reuniones internacionales fue simplemente la versión sofisticada de la chulería pueblerina de aquel Aznar en las Azores, con los pies encima de la mesa, horas antes de sentenciar en Irak a miles de vidas inocentes. Incluso Jared Kushner, el turbio yerno del presidente Trump, es una precuela del pijo y también yerno Alejando Agag, cuando el ‘ladrocinio’ no se escondía sino que se exhibía en aquel bodorrio en el Escorial, con invitados como Bárcenas, Correa, Berlusconi o Blair. Quién sabe si Trump también nos dará lecciones desde alguna FAES local, y el flequillo nos producirá los mismos escalofríos que la sombra del bigote de José María cuando asoma por encima de sus diatribas nasales. Que sí, que el planeta debería saber que este horror del ‘trumpismo’, nosotros, ya lo vivimos.
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