EL TABLERO CATALÁN

Miércoles de ceniza

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / ACN / NAZARET ROMERO

Josep Martí Blanch

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Esta semana sabremos si Carles Puigdemont encabeza o no la lista electoral de JxCat a las elecciones. La fecha límite, fijada por el reglamento de primarias de su partido, es el próximo miércoles.  Si el expresidente da el paso, la consulta a los militantes se convierte en un mero trámite administrativo. Todos los que a fecha de hoy acarician la idea de encabezar la candidatura -Laura Borràs, Damià Calvet, Jordi Puigneró y 'tutti quanti'- se retirarían de inmediato para recogerse en un miércoles de ceniza en pleno mes de noviembre. La pelota sigue, como siempre, en el tejado de Waterloo.

No obstante entre los cuadros de JxCat ha cuajado la idea de que si el expresidente decide ser candidato el relato de campaña no puede ser el mismo que en 2017. En esos comicios al votante se le sedujo prometiéndole la vuelta de Carles Puigdemont si ganaba las elecciones. Ahora son muchas las voces de ese espacio político que consideran que ese gancho electoral está totalmente quemado y resulta inservible de cara a las elecciones de febrero. Así que preferirían que, aunque finalmente encabezase la lista Puigdemont, se le diga claramente al elector antes de que se dirija al colegio electoral a depositar su voto a quien estará votando en realidad para presidir la Generalitat. 

La elección 'efectiva'

Pero las primarias de JxCat no aclaran este punto. Aun siendo muy ambiciosas en lo que atañe a dar voz a la militancia, dejan la elección del candidato real (efectivo en terminología del proceso) que deba sustituir a Carles Puigdemont -si este se presenta- en un escenario similar al de 2017, cuando el crupier de Waterloo hizo que la ruleta depositase la bolita en manos de Quim Torra, tras negarse la CUP a facilitar la investidura de Jordi Turull. De esta absoluta discrecionalidad en manos de Puigdemont nace el malestar que desde el entorno de Laura Borrás, la más vehemente en explicitar sus aspiraciones presidenciales a pesar de su situación judicial, se ha hecho circular respecto al reglamento de primarias. 

El hermetismo alrededor de lo que piensa hacer el expresidente no permite aventurar certezas. A favor de su candidatura está el hecho de que su presencia afianza las posibilidades electorales de JxCat en su pugna directa con ERC; además de aplazar las disputas entre los distintos egos de la formación y asegurarle la ascendencia futura sobre quien finalmente acabase siendo presidente, siempre que JxCat ganase las elecciones y la aritmética parlamentaria hiciera posible el resto.

Pero también hay argumentos en contra. Los más destacados: la posibilidad de perder los comicios, cosa que dejaría en mala posición política a Puigdemont; y muy particularmente la necesidad en JxCat de construir liderazgos reales, alternativos a su figura y con voces que gocen de autoridad propia por habérsela ganada a pulso ante los militantes y no por simple delegación de Waterloo. 

Esto último resulta importante para evitar que sea ya irreversible la idea de que JxCat no es más que un proyecto personalista, sin otro armazón que el que proporciona la figura del expresidente y sin ningún rumbo ideológico que no sea el de la confrontación con el Estado para seguir dando oxígeno a la narrativa de los líderes catalanes afincados en Bélgica. Un partido en el que cabe todo el mundo piense lo que piense; desde Joan 'Bonanit', último fichaje estrella de la formación, a Joan Petit Quan Balla

Mientras Carles Puigdemont acaba de deshojar la margarita, sus excompañeros del PDECat siguen avanzando en su estrategia de poner cuanta más tierra de por medio mejor respecto a lo que él representa. Los cuatro diputados del PDECat -capitaneados por Ferran Bel- votarán en contra de las enmiendas a la totalidad a los presupuestos del gobierno PSOE-Podemos, una de las cuales es la de JxCat. La estrategia del pragmatismo alinea en el Congreso el soberanismo de ERC y PDECat, situando a JxCat en la parte del tablero que ocupan gente tan diversa como la CUP y Vox. Ni siquiera EH Bildu se opone a la tramitación de las cuentas del estado. 

El plan del PDECat

Aunque formalmente sigan siendo el mismo grupo, los cuatro diputados en el Congreso de JxCat y los cuatro del PDECat ya no comparten información y su interlocución con el Ejecutivo se lleva a cabo por caminos y personas distintas. La estrategia del PDECat -como la de ERC- va a ser la de intentar convertir a JxCat en un cuerpo político alejado e insensible a los destrozos económicos y sociales provocados por la Covid-19 y que sigue navegando en modo autista, como si nada haya sucedido desde octubre de 2017, incluyendo una pandemia.

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