EL PANORAMA POLÍTICO

Doble estabilidad a la vista

La casi segura aprobación de los presupuestos augura una legislatura larga y hasta permite especular con una catalana que también dure cuatro años

Pedro Sánchez y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, durante el debate de la moción de censura de Vox contra el Gobierno, el pasado 22 de octubre en el Congreso.

Pedro Sánchez y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, durante el debate de la moción de censura de Vox contra el Gobierno, el pasado 22 de octubre en el Congreso. / periodico

Xavier Bru de Sala

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Quizá todavía queda un poco lejos pero, ahora que se empieza a vislumbrar el retorno a la normalidad post-covid coincidiendo con la primavera, también va quedando despejado el panorama político. Por un lado, y a pesar de las inevitables y propagandísticas tensiones de la tramitación, ya casi podemos dar los presupuestos del Estado por aprobados. Por el otro, las elecciones catalanas del 14-F señalarán, las gane quien las gane y ni que fuera JxCat, el inicio de una etapa que si no podemos llamar de tranquilidad ni de normalidad, sí que pondrá fin, dos años y medio más tarde, a la excepcionalidad post 1-O. Para concretarlo con un detalle más que significativo: ya se puede prever que el próximo presidente de Catalunya no se declarará, como el anterior, dispuesto a centrar sus esfuerzos en la búsqueda del momento propicio para hacer efectiva la Declaración Unilateral de Independencia. Y un síntoma elocuente: incluso JxCat justifica su enmienda a la totalidad del presupuesto, no ya en la ruptura, el bloqueo y la consigna de perjudicar a España sino en el mantenimiento del trato injusto a Catalunya, el mismo trato que nunca ha impedido la colaboración del nacionalismo catalán en la gobernabilidad. No 'surrender' con sordina.

Hablando de gobernabilidad, si la del Estado resultaba imposible sin los votos de los partidarios de la independencia hasta que C’s agrietó el bloque de derechas para demostrar que esta afirmación no era precisamente un axioma, ahora resulta que al menos 17 de los 23 diputados independentistas del Congreso están dispuestos a contribuir con su voto a la estabilidad. Por si fuera poco, la gran exigencia de ERC no es el fin de la represión o la inclusión del derecho de autodeterminación en la hoy por hoy fantasmagórica Mesa de Diálogo, sino que el PSOE se aleje de Ciudadanos. Es fácil suponer que Pedro Sánchez ya ha elegido, y que la parafernalia del acercamiento a C’s y las llamadas a la colaboración dirigidas a Pablo Casado solo tienen como objetivo, que ya se puede dar por logrado, la rebaja del precio de los votos de los verdaderos colaboradores, desde Podemos hasta la propia ERC. Incluso el PNV, siempre tan discreto, ha tenido que levantar un dedo de advertencia.

Una legislatura larga

Sean cuales sean, no las concesiones a Pablo Iglesias y a las periferias catalana y vasca, que no serán desorbitadas ni mucho menos, sino los costes en términos políticos que el Gobierno tendrá que sufrir, la aprobación de los presupuestos señalará un antes y un después en el calendario político, marcado por el abandono de toda esperanza por parte de quienes soñaban en una caída del Gobierno que propiciara elecciones anticipadas. Si no se presenta un imprevisto en forma de cataclismo, la legislatura será larga, y aún más importante, todo el mundo pensará, calculará, hablará y actuará sobre la base de este convencimiento.

De manera similar, aunque esta previsión ya sea un poco más especulativa, es muy probable que, pospuestas las urgencias y consolidada la sordina, la catalana dure también los cuatro años que pueden parecer insólitos pero son los preceptivos.