Piano en llamas

Es ya evidente que el guión más imprevisible no va a aparecer en una serie de Netflix, sino que se va a vivir en la realidad. Y que el mejor plano del año ya se ha grabado en nuestras calles.

Hablo, claro, del vídeo del pianista que, inasequible al desaliento e impermeable al entorno, toca con un teclado una canción de The Bangles mientras la plaza de la Catedral de Barcelona se enciende con disturbios y disparos. “Cierra tus ojos, dame tu mano, cariño / ¿Escuchas el latido de mi corazón?”, reza la canción que interpreta, muy oportunamente titulada 'Eternal Flame', mientras arden contenedores.

Cada uno leerá la imagen del pianista, Peter, a su manera y eso es lo interesante. Desde la risa pura, el magnetismo contradictorio, la cursilería o la emoción. Hay quien lo ha comparado con la banda de música del Titanic, que es el manoseado equivalente metafòrico de las citas de Churchill. 

Yo, si lo miro con ojos humorísticos, lo veo como un cruce entre una escena de Leslie Nielsen en 'Aterriza como puedas' y el meme 'This is Fine' (el perrete con sombrero tomándose un cafetito mientras su edificio se incendia). Pero también tiene algo de 'Tirad sobre el pianista', de Truffaut. E incluso remite a la trama de la película 'Get Smart', del Superagente 86, donde la organización KAOS ha colocado una bomba en un piano que explotará cuando el concertista llegue a las últimas notas de su interpretación del 'Himno de la alegría'.

O quizás podamos ver a Peter como una versión melancólica del pianista Fats Waller. En pleno apogeo de sus conciertos, cuando cabalgaba por sus solos más eufóricos, solía mirar al público para gritarles: “¡Disparadme ahora, disparadme mientras soy feliz!”.

Alejandro Sanz ha tuiteado que Peter nos representa a muchos. Sospecho que él interpreta la imagen más en términos 'Amélie' que 'Apocalypse Now'. Pero pensado bien sí que tiene mucho de cómo nos sentimos nosotros: afán de protagonismo, innegable sentido poético y un estar fuera de sitio constante. Todos somos un poco Peter, sí, del mismo modo que todos nos sentimos como el perrete del meme: sorbiendo tila en el sofá mientras arde el mundo.