INVESTIGACIÓN JUDICIAL

Los 100 muertos del 'estado mayor' de Puigdemont

Hay en la investigación sobre este caso una hoja afilada como una navaja y fría como el hielo. Con qué facilidad cuentan algunos los muertos. Muertos reales, imaginarios, temidos o deseados, pero siempre ajenos

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LUIS MAURI

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A todo el mundo se le calienta la boca alguna vez, y dos también, sobre todo al abrigo de una discreta conversación privada. Pero no todo el mundo tiene el poder o la osadía de convertir una humana exaltación particular en un <strong>drama social</strong>. Esta es una dudosa prerrogativa reservada a muy pocos. Y muchos menos son todavía los que están a la altura que exige tamaña responsabilidad.

Hay que viajar por un instante al otoño perturbado del 2017. La intentona independentista unilateral ha fracasado. El Gobierno central ha intervenido la autonomía catalana. Carles Puigdemont ha huido a Bélgica y varios 'exconsellers' y dirigentes del 'procés' están encarcelados. Marta Rovira, secretaria general de ERC, no ha escapado aún a Suizano tardará.

El 17 de noviembre de ese año, Rovira se sienta ante los micrófonos de una emisora de radio de Barcelona y declara que el Ejecutivo de Mariano Rajoy había amenazado a Puigdemont y a Oriol Junqueras con "violencia extrema y muertos en la calle" si persistían en el desafío al Estado y declaraban de forma unilateral la independencia. La dirigencia secesionista ya había jugueteado con esta idea en días previos, probablemente en busca de un suero de emergencia contra las críticas del magma independentista al incumplimiento de la promesa de ruptura con España. Pero nadie hasta entonces había sido tan explícito como Rovira. Ella misma acompañaba sus palabras de un lamento por "el exceso de autocrítica" que, a su juicio, estaba haciendo el independentismo tras el fiasco.

Los soldados rusos

Con qué facilidad trafican algunos con la muerte. No hace falta que sea muerte real, basta con que sea temida o solo deseada. Hay en la investigación sobre el estado mayor una hoja afilada como una navaja y fría como el hielo. Como sucede con el autogol judicial de los 10.000 soldados rusos, esta hoja no pertenece al meollo de la causa, que no es otro que la presunta malversación de fondos públicospor parte de la dirigencia independentista. La hoja en cuestión carece probablemente de valor procesal, pero compone un retrato descarnado de la época. Un fresco inquietante de un tiempo peligroso. Es la transcripción de las grabaciones que Víctor Terradellas, agente internacional de Puigdemont, hizo de dos conversaciones suyas con David Madí, hombre de confianza de Artur Mas, y Xavier Vendrellaparatchik de ERC. Terradellas despierta escepticismo en sus interlocutores al informarles de una supuesta oferta rusa de intervención militar directa en apoyo de una Catalunya independiente.  Escepticismo, no rechazo.

Y es a continuación cuando el filo de la hoja se acera hasta mutar en guillotina. Terradellas le espeta a Vendrell que la causa secesionista <strong>"necesita 100 muertos"</strong>. "Metes a un millón de personas entre plaza Catalunya y Colón –abunda-, y tienen que matar para entrar en Sant Jaume [a detener a Puigdemont]". Vendrell no parece sorprenderse ni alarmarse ni escandalizarse. Solo responde: "Se nos pasó el arroz, no hubo cojones".

No hubo cojones. Así se escribe la historia. Con qué pasmosa facilidad cuentan algunos los muertos. Reales, imaginarios, temidos o deseados, pero siempre ajenos.

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