La carrera a la Casa Blanca

'Thanks, Mr. President'

Tanto si Trump se mantiene en la Casa Blanca como si pierde, desde Europa hay que darle las gracias porque nos obliga a defender el modelo europeo por nosotros mismos

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Rosa Massagué

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Los pronósticos, como las tonterías, los justos, aunque en el caso de qué ocurrirá este martes en EEUU, ni esos, pese a que todo da a Joe Biden como ganador. Ya hemos salido escaldados después de ver cómo varios imposibles se hacían realidad desafiando todo ejercicio de lógica y de racionalidad, al menos visto desde Europa, una Europa que no ha existido en el radar de Donald Trump. En estos cuatro años el presidente solo se ha dirigido al otro lado del Atlántico para exigir el aumento de las contribuciones a los gastos de defensa de la OTAN o para defender determinadas políticas comerciales de EEUU. Las relaciones de Trump con algunos líderes europeos, especialmente con los que tienen mayor peso en la Unión, o sea, Angela Merkel y Emmanuel Macron, han sido escasamente diplomáticas.

En honor a la verdad, hay que decir que el desapego de EEUU hacia la UE lo inició un presidente tan amado por los europeos como Barack Obama. La luna de miel duró poco (aunque nunca se convirtió en luna de hiel), porque aquel presidente optó pronto por el desarrollo de relaciones con la zona Asia-Pacífico, unas relaciones que habían estado en la agenda de presidentes anteriores, pero que las diferentes crisis internacionales había aplazado.

Y Europa tampoco es que haya estado a la altura. Tony Blair la dividió a principios de siglo por la guerra de Irak y se puso a los pies de Washington para lo que hiciera falta gracias a la debilidad del liderazgo europeo. Luego vino la crisis económica que abrió una década pesimista. El resultado de la actuación a uno y otro lado del Atlántico  ha sido el desmantelamiento de un orden nacido de las cenizas dejadas por la segunda guerra mundial.

¿Y ahora qué? Durante la campaña, a Biden no se le ha oído ninguna referencia a Europa. Es cierto que en caso de ganar el candidato demócrata, el mero hecho de llegar a la Casa Blanca traerá un soplo de algo tan necesario en estos momentos como es el sentido común. Se habrán acabado los dislates. El multilateralismo volverá a ser la forma de relacionarse las naciones porque es fundamental para intentar resolver los problemas. Sin embargo, el mundo camina de forma distinta. Trump puede creer que EEUU ejerce todavía como una hegemonía, pero el ascenso, tanto comercial como estratégico, de China obliga a redefinir aquel papel y Biden lo sabe.

Tanto si Trump se mantiene en la Casa Blanca como si pierde, desde Europa hay que darle las gracias encarecidamente porque nos ha expuesto totalmente a la intemperie. Así, nos obliga a defender el modelo europeo, el social y el económico, por nosotros mismos. No se trata buscar una hegemonía europea, que es cosa de un pasado muy lejano. Se trata de ser un actor internacional de primer orden porque la capacidad existe. Pero la capacidad no basta. Se necesita voluntad política para desarrollar, por ejemplo, el pilar europeo de la OTAN. Y en el seno de la Unión, entre muchas otras urgencias, hay que articular estrategias compartidas para fijar las relaciones con países como China y Rusia. Como dice <strong>Josep Borrell</strong>, ‘ministro de Exteriores de la Unión’, Europa debe aprender a hablar el lenguaje del poder. 

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