NUEVA NORMALIDAD

Abrazar sin tocarnos: los retos de los profesionales sociales durante la pandemia

Estar al lado del otro y acompañarlo sin tocar su cuerpo ha de dejar paso a que sean las almas, los corazones y la voluntad de trabajar unidos las que se toquen

Profesora saludando con el codo a los alumnos

Profesora saludando con el codo a los alumnos / periodico

Lisette Navarro

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Una caricia o un abrazo pueden salvar una situación conflictiva, transformar la energía y ser las herramientas más poderosas que podemos tener a nuestro alcance para acercarnos a otras personas, para conectar. La llegada del covid-19 nos ha obligado a romper esta manera de comunicarnos y establecer vínculos con los demás. Y, en un contexto como el actual, ¿qué podemos hacer los educadores y trabajadores sociales, los maestros, los cuidadores y los integradores, por poner algunos ejemplos, que tienen el contacto como referente común? 

Ahora, con la situación post-confinamiento y con el covid-19 todavía entre nosotros, estas profesiones han visto afectadas su esencia. ¿Cómo se puede trabajar ahora de persona a persona? 

Las medidas y protocolos que están vigentes de distancia, separación física, contacto nulo, mascarilla... hacen que sea más complejo el poder comunicarse y nutrir un vínculo entre personas. Todos estamos deseando volver a la realidad de antes para poder hacer grupo, para sentirnos acompañados y poder tratarnos como es necesario. Todo ello, formas de comunicarnos con los otros que nos resultan fundamentales y que, al fin y al cabo, forman parte de nuestra naturaleza como seres humanos y sociales. No obstante, no podemos dejarnos vencer por esta situación y hace falta recurrir a todo lo que esté en nuestra mano para poder continuar siendo los profesionales cercanos y cálidos que las personas con las que trabajamos necesitan. 

No podemos aprovechar toda la fuerza de una sonrisa pero nos queda la luz de los ojos. Por suerte, las mascarillas no nos cubren toda la cara y disponemos de la parte fundamental para expresarnos: la mirada. Ha de ser a través de los ojos que hemos de transmitir la confianza, la alegría, la tristeza o el miedo que podamos sentir. Nuestras cejas, la frente, el contorno y los propios ojos ahora hablan más alto que nunca. De hecho, aunque no veas la sonrisa, la podemos intuir por la mirada. Aprender a leer lo que dice una mirada es clave para las profesiones sociales. 

Ser creativos

No podemos dar abrazos pero tenemos todo nuestro cuerpo para mostrar afecto. Es cierto que nada puede sustituir la calidez de unos brazos que te acogen, pero podemos ser creativos y demostrar nuestra estima y apoyo hacia el otro con lo que puede desprender todo nuestro cuerpo. Quizás es el momento de perder la vergüenza y dejarnos llevar. Hacer un giro de 360º para mostrar alegría, autoabrazarnos para demostrar al otro que lo sentimos cerca, saltos para celebrar el triunfo común o aplaudir más a menudo para recordar que estamos al lado de alguien. De hecho, cualquier gesto sería válido si nos hace sentir más unidos los unos con los otros. 

No podemos tocarnos pero tenemos las palabras y los sonidos para demostrar nuestro apoyo y acompañamiento. Ahora más que nunca un "estoy contigo", un "te quiero" o un "todo esto lo pasaremos juntos" tiene una relevancia capital. Escuchar palabras de apoyo, palabras que empoderen o que den confianza y seguridad serán la clave para poder sostenernos solos sin el contacto físico. Los profesionales hemos de comunicar sin parar todo aquello que pensamos que puede ayudar y reforzar a las personas con las que trabajamos. No es tiempo para dudas o de pensar que decir cosas bonitas no queda bien. 

No podemos acercarnos pero tenemos la complicidad de los espacios que compartimos y de las actividades que podemos hacer juntos. Ahora es relevante que el ambiente y los lugares donde trabajamos puedan transmitir mayor calidez. Decoraciones elaboradas para los usuarios o detalles hechos con cariño pueden dar calor a las distancias entre sillas, colas infinitas o separadores de metacrilato. Las actividades, por su parte, también pueden ayudar a cohesionar vínculos si las dotamos de un fondo de humanidad, de comunidad y de calor. Actividades que se hagan pensando en el otro, reflejando los vínculos que ya tenemos o incluso ayudándonos a soñar todo lo que podemos hacer juntos en un futuro próximo.  

Todos tenemos por delante uno de los mayores retos con los que nos podíamos encontrar. Todos y todas tenemos delante la oportunidad de demostrar que en los pequeños detalles y en las grandes intenciones existe la fuerza suficiente para no dejar que los corazones se endurezcan. Estar al lado del otro y acompañarlo sin tocar su cuerpo ha de dejar paso a que sean las almas, los corazones y la voluntad de trabajar unidos las que se toquen. 

Lisette Navarro, profesora de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-URL