Opciones de futuro

Pionera Harris

Si una mujer negra y de origen indio llega a la vicepresidencia eso tendrá algo de arreglo de cuentas con la historia

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harris / ROBYN BECK / AFP

Cristina Manzano

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Es la suma de pequeños gestos la que acaba constituyendo toda una declaración de intenciones. Cuando Kamala Harris tuvo que elegir su nombre en código para el Servicio Secreto, al poco de ser nombrada candidata a vicepresidenta de los Estados Unidos, eligió 'Pionera'. De ganar Joe Biden, sería la primera mujer en ocupar el cargo en la historia del país, además de la primera persona negra, la primera de origen indio y la primera de origen jamaicano.

Ese 'título' impregna toda su carrera profesional: la primera mujer negra en ser elegida fiscal de distrito en San Francisco; en ser elegida fiscal general del estado de California, y la primera senadora indoamericana.

La derrota de Hillary Clinton en 2016 dejó un largo rastro de frustración entre quienes ansiaban ver a una mujer en la Casa Blanca. Este año, en un país desgarrado racialmente, el movimiento Black Lives Matter ha dado un nuevo impulso a las reivindicaciones contra la discriminación. En ese contexto, la presencia de una mujer de color en la vicepresidencia tendría algo de arreglo de cuentas con la historia.

Pese a no ser la vicepresidencia el puesto con más 'glamour' -John Adams lo definió como “el cargo más insignificante que la invención del hombre o su imaginación nunca concibieron”-, es indudable la enorme visibilidad que confiere. Sin olvidar su misión principal: sustituir al presidente en caso de necesidad. Y sin olvidar lo que la experiencia como candidata supondrá para sus más que probables futuras ambiciones a la presidencia; incluso aunque el ticket Biden-Harris no llegara a ganar esta vez.

La historia personal de Harris representa también el lado más exitoso de la inmigración norteamericana: su padre, un economista nacido en Jamaica, doctorado en Berkeley, profesor emérito en Stanford; su madre, una mujer india de familia acomodada que llegó a California para estudiar, doctorada también en Berkeley, y que dedicó su vida a investigar el cáncer. Hoy, con las nuevas normas de inmigración introducidas por la Administración Trump, tanto para estudiantes extranjeros como para trabajadores cualificados, sus padres habrían tenido mucho más difícil establecerse en el país.

Ambos fueron activistas por los derechos civiles en la época dorada del activismo en Estados Unidos. Según ha contado la propia Harris en repetidas ocasiones, el entorno político y la mezcla cultural en la que se crio la han marcado hasta hoy: su marido es un abogado blanco y judío. A la hora de desarrollar su carrera, sin embargo, sustituyó la calle por el despacho de fiscal, para “tratar de cambiar el sistema desde dentro”.

Misoginia, aún hoy

El ambiente privilegiado e intelectual en el que se educó no ha impedido que Harris haya vivido de primera mano los efectos de la misoginia y del racismo en su país. Sobre lo primero, sigue sorprendiendo que, en pleno siglo XXI, todavía menos de la mitad de los hombres y algo menos del 60% de las mujeres estadounidenses declaran que se sentirían cómodos con una mujer al frente del gobierno, según una encuesta de Kantar.

Sobre lo segundo, la actuación más llamativa de Harris durante su (breve) campaña para las primarias fue, en un ataque directo a su entonces contrincante Biden, su recuerdo como “la niña del autobús”: cuando niños de barrios mayoritariamente negros eran llevados en autobús a escuelas mayoritariamente blancas para facilitar la integración, una controvertida política de los 70 que Biden primero apoyó pero a la que más tarde se opuso, alineándose con posturas segregacionistas. Pese a que en el campo de Biden fue considerado un golpe bajo, no ha sido impedimento para reclutarla después para el ticket.

Ser difícil de clasificar puede permitirle adaptarse en tiempos de gran polarización

Sus críticos acusan a Harris de no tener ideas firmes en relación a algunas políticas fundamentales, o, lo que es peor, de ir dando bandazos. En realidad, dentro de la gran familia demócrata, nadie sabe muy bien cómo catalogarla. GovTrack, una web independiente, la definía como la más liberal de los 100 senadores estadounidenses; El 'New York Times', como una pragmática moderada; y el canal televisivo Fox, como una radical. Esa indefinición, que oscila entre la independencia y la ambigüedad, es la que le puede permitir adaptarse en tiempos de gran polarización.

En Kamala Harris, Biden ha encontrado una figura que puede atraer al voto femenino y de color. En Joe Biden, Harris ha encontrado una palanca para el futuro. “Puede que seas la primera, pero asegúrate de que no eres la última”, le enseñó su madre. Esperemos que los votantes estadounidenses le den ahora la posibilidad de empezar a trazar ese camino.

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