IDEAS

La justa medida

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Josep Maria Pou

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El viernes 30 estuve trabajando en el Teatro Principal de Alicante. En Cataluña, ese mismo día se cerraban todos los teatros. El sábado día 31 estuve trabajando en el Gran Teatro de Elche. En Cataluña, ese mismo día no había teatro para nadie. Como yo en Alicante y Elche, otros compañeros actores hacían funciones en teatros de Madrid, Valencia, Sevilla, Bilbao y otras muchas ciudades españolas. Los teatros de toda Cataluña permanecían (permanecen) cerrados a cal y canto. El sábado por la noche, después de la función de Elche, compartí una cena ligera con amigos, en un restaurante cercano al teatro. En Cataluña, a esa misma hora, bares y restaurantes cumplían dos semanas de cierre obligado. En el restaurante donde cenaba, en la mesa de al lado, a debida distancia, una pareja inventariaba los aciertos y errores de la película de Woody Allen que acababan de ver en el cine de enfrente. En Cataluña nadie pudo ir al cine esa tarde de sábado. Ni la del domingo. Ni la de este lunes. Ni tampoco podrá hacerlo en la semana que empieza.

Me limito a levantar acta. Cataluña (el Govern de Cataluña) ha decidido ir por delante en solitario, fiel a su voluntad de marcar diferencias y mirarse en espejos europeos (Alemania, Francia e Italia, han cerrado tambien cines y teatros) antes que en otros más cercanos.  Nada que objetar. Forma parte de su ADN. Es más, no descarto que en cuestión de horas (hablar de días, en la situación actual es ya llegar tarde a casi todo) el resto de comunidades autónomas se vean obligadas a seguir el mismo camino y volvamos, de nuevo, a las penurias:  al "polvo, sudor y hierro" de los versos del Cid, o a la "sangre, sudor y lágrimas" de las arengas de Churchill. Todo cabe en la descordinación y el caos.

Me gustaría, sin embargo, que a la hora de las decisiones se dedicara un poco más de tiempo (pedir un poco más de cariño sería, quizás, excesivo) a calibrar los pros y los contras de cada medida, a considerar con mayor atención daños, perjuicios y efectos secundarios. La mejor medida es, siempre, la justa medida. Y creo que algunas de las tomadas en Cataluña en los últimos días resultan, no solo discutibles, sino totalmente desproporcionadas.