GESTIÓN DE LA CRISIS SANITARIA

Tapar el sol con un dedo

La enorme incidencia de contagios nos puede llevar al colapso sanitario en España si no se adoptan medidas contundentes

Primera noche de confinamiento nocturno en un bloque de pisos de Barcelona.

Primera noche de confinamiento nocturno en un bloque de pisos de Barcelona. / periodico

José Martínez Olmos

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La evolución de la pandemia en España permite afirmar que la enorme incidencia de contagios nos puede llevar al colapso sanitario si no se adoptan medidas contundentes. Y es que los datos de España son dramáticos e indiscutibles ya que la incidencia media acumulada para España ha subido más del 70 % en los últimos quince días. Este jueves se situó en 468,17 casos por cada cien mil habitantes, cuando hace dos semanas estaba en 263. En todas las Comunidades Autónomas, menos en Madrid, este parámetro sube de manera preocupante. Y en Madrid, durante los últimos días, aún sin considerar la posibilidad de infraestimación de la incidencia real, ha bajado muy poco, hasta los 420 casos por cien mil habitantes. El crecimiento de los indicadores de presión asistencial es preocupante y muchas comunidades autónomas sobrepasan los umbrales definidosen el Consejo Interterritorial para calificarlas en situación de alerta máxima.

Este fenómeno está aconteciendo también en los países de nuestro entorno donde los contagios se desatan de manera vertiginosa y las capacidades de los sistemas sanitarios se ven cada vez más desbordadas. Pero hay una diferencia fundamental. En Francia, Alemania e Italia, entre otros ejemplos, se está actuando con contundencia y prontitud adoptando decisiones de Estado y se han puesto en marcha actuaciones resolutivas de salud pública que anteponen la seguridad sanitaria de la población y el imperativo de evitar muertes prevenibles a cualquier otra consideración. Y no apreciamos que la naturaleza federal o unitaria del Estado sea un obstáculo para la acción.

Los confinamientos perimetrales adoptados en casi todas las Comunidades Autónomas, la limitación nocturna de la movilidad (“toques de queda”) o las limitaciones en el número de personas en reuniones sociales y familiares son medidas contundentes que expresan la preocupación de las autoridades ante la difícil situación. Son medidas que requieren toda la colaboración ciudadana para extraer de ellas el máximo beneficio en el objetivo de doblegar la curva y evitar el colapso asistencial.

Pero dado el ritmo de crecimiento de la incidencia, así como la inercia de ese crecimiento, hoy se puede pronosticar que es bastante probable que las medidas sean insuficientes para evitar comprometer la calidad asistencial de nuestros hospitales y nuestras unidades de cuidados intensivos, en aquellos lugares con gran incidencia acumulada y alta ocupación hospitalaria. En esos casos es ya recomendable <strong>el confinamiento domiciliario</strong> para evitar las dramáticas consecuencias sanitarias y sociales que tendría para la población este colapso asistencial, que se uniría al que en atención primaria se vive desde hace semanas.

Lo que aún no queda claro es la explicación de las causas por las que en las últimas dos semanas se ha producido un crecimiento intenso y general de los contagios tanto en España como en el resto de países de Europa. Conviene dar voz a los expertos y científicos que arrojen luz sobre la naturaleza de los contagios, <strong>la influencia de los aerosoles </strong>en los lugares cerrados o la hipótesis de una mutación del coronavirus como algunos apuntan. También es imprescindible una mirada especial a lo que acontece en las residencias de mayores.

Es por eso que conviene reforzar la legitimidad científica y técnica de las decisiones y recomendaciones porque, al tener que adoptar restricciones importantes en la movilidad que afectan a nuestras vidas y a nuestra economía, estas medidas deben tener el máximo aval técnico (algo que se beneficiaría de la creación de un Comité Científico) y el máximo consenso político.

Es comprensible la actitud y el anhelo de las autoridades tratando de evitar el confinamiento domiciliario asumiendo que es la última opción. Desde luego, es la opción menos deseable. Pero la realidad epidemiológica y asistencial es la que es y hay que evaluarla día a día para no caer en el error de querer tapar el sol con un dedo y creer que, así, lo hemos hecho desaparecer. Nos esperan días duros.