Peccata minuta

La cena de los idiotas

Salvador Illa a su llegada a la entrega de premios.

Salvador Illa a su llegada a la entrega de premios. / periodico

Joan Ollé

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El pasado lunes, convocados por Pedrojota para festejar, en plena segunda ola del coronavirus, el primer lustro de su diario 'El Español', se reunieron en el Casino de Madrid 150 personalidades -entre ellas los ministros de Sanidad (¡!) Cultura (¡!) y Justicia (¡!), así como Pablo Casado, Inés Arrimadas, Emiliano García Page, Begoña Villacís, Ana Pastor… No serán cesados, inhabilitados ni multados, ya que en ningún momento infringieron las normativas vigentes en el Madrid de Ayuso y Martínez Almeida, que, a diferencia de otras muchas comunidades autónomas -por algo es kilómetro cero y capital- permiten el comercio y el bebercio en bares y restaurantes así como el castizo callejeo hasta la hora de las brujas.

Si he encabezado este escrito con la traducción al español de la magnífica comedia 'Le diner des cons', de Francis Veber, no es con ánimo de insulto -aunque me sobren ganas-, sino reclamándome muy académicamente de la etimología de la palabra 'idiota', que proviene del griego 'idiotés', referida a aquellos y aquellas que desatendían y desatienden los asuntos públicos para ocuparse únicamente de sus propios intereses. Menú: pies de ministro a las malas hierbas, merluzo a la salsa chamberí y churros y merinas a go-go.

Hay dos cosas altamente preocupantes en este simposio post-platónico con homenaje a las fuerzas armadas que, a pesar de ser repelidas en algunos puntos de la piel de toro, torearon contra el bicho. La primera es que 150 almas del todo Madrid, una a una y sabiendo que atentaban contra la solidaridad, la ejemplaridad y el sentido común, se conjurasen y desenmascarasen las unas a las otras para dejar claro que, con o sin pandemia, siguen siendo la élite. Como reza el adagio catalán, 'A la taula d'en Bernat, qui no hi és no hi és comptat'. La segunda, aún más terrorífica, es que los asistentes al papeo se hincasen de rodillas ante la alarmante 'auctoritas' de Pedrojota, babeando “Diego” cuando minutos antes acababan de proclamar públicamente “!Digo, digo y digo!”. Ministro Illa: aunque no te quedases a cenar, cuando salgas por la tele, cambiaré de canal. Escucharé a PJ, que, por lo visto, es quien manda.

Hechos como este parecen poner en duda la inquebrantable unidad de España de la que alardean todos los asistentes al festín, incluso contra un enemigo común que sabe mucho más de enfermedad, miseria y muerte que de himnos y banderas. Y, por lo que al covid se refiere, Madrid no es precisamente una unidad de destino en lo universal.

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