OPINIÓN

Ni caso a las famosas, cuando das a luz te conviertes en la niña de 'El exorcista'

Fotograma de 'El exorcista'

Fotograma de 'El exorcista' / periodico

Olga Pereda

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Como Luci, Pepi y Bom yo también soy una chica del montón. Ni guapa ni fea. Normal. Recién levantada estoy más bien horrible, pero mejoro bastante si me domo el pelo, me cubro el cutis con maquillaje, me echo rímel, me pinto los labios y sonrío.

El día que parí a mi hijo me convertí en Regan, la protagonista de 'El exorcista'. Fea, feísima. El pelo sucio y revuelto, las ojeras intensas, los labios secos, los ojos caídos y la piel deshidratada. Es el cara del agotamiento. Dar a luz es una acto bestial. Un cuerpo se transforma en dos. De tu vagina, o de tu tripa, sale un ser con vida propia. Y antes de ello llevas horas -en el peor de los casos, días- sufriendo fuertes contracciones, un dolor tan intenso que te hace llorar. Bendita epidural, por cierto.

Rosanna Zanetti ha sido la última famosa en mostrar en las redes sociales que parir no es un festival de sangre y carne cruda. Eso es para las feas, las gordas, las mujeres terrenales. Zanetti no lo es. No es de este mundo. Como tampoco Pilar Rubio ni Georgina Rodríguez. Ellas están por encima de la vulgaridad. Son diosas, mujeres sobrenaturales que paren a sus criaturas entre nubes de algodón, azúcar y flores.

A las pocas horas de que mi hijo naciera, mi marido también me hizo la consabida foto posparto. Me la enseñó y me asusté. "¿De verdad estoy así de fea?", le pregunté con angustia. Él podía haberme dicho que yo estaba preciosa y que era una campeona por lo que acababa de hacer. Pero es vasco, así que se limitó a decir: "Sí, estás fea".

Parturienta ideal

Cuando estaba embarazada acudí a un curso de preparación al parto en un centro privado, una decisión que con el paso del tiempo considero que fue nefasta. Todavía recuerdo una de las fotos que nos puso en la pizarra la doctora. Era una parturienta ideal. Tenía una impresionante cascada de pelo rizado y miraba a la cámara sintiéndose una diosa. Porque eso era, una diosa. Y eso que estaba en la sala de partos, completamente abierta de piernas en el potro y cubierta con una sábana verde. La siguiente diapositiva que nos mostró la directora del curso fue la mano de esa parturienta, por si acaso no nos habíamos fijado. En su dedo anular lucía un imponente, descomunal y precioso anillo de brillantes. "Es lo que os tienen que regalar vuestros maridos cuando deis a luz", dijo entre risas locas la doctora. 

Si estás a punto de dar a luz, enhorabuena porque eres una campeona. Lo vas a hacer genial, como tu pareja (si la tienes), como tu peque y como todo el personal sanitario que os va a ayudar. Pero no hagas caso a Rosanna Zanetti. Ni a Pilar Rubio. Ni a Georgina Rodríguez. Ellas no son de este mundo. Y tú sí.

La cantante Katy Perry también es una mujer de este mundo. Lo demostró con una maravillosa y real foto posparto. Lo mismo que la periodista <strong>Desirée de Fez</strong>, que acaba de publicar 'Reina del grito' (Blackie Books), un revelador y divertido libro de cine y de vida. "Podría contar mis dos embarazos con escenas de películas de miedo. Hasta el punto de confundirlas con recuerdos reales. El tópico de las embarazadas guapas, radiantes y serenas no es cierto. Son demasiados factores internos y externos que te quitan la calma y te alejan del ideal de la preñada sonriente, con el morro pintado y acariciendo todo el tiempo su barriga", escribe la periodista y crítica de cine, que confiesa que 'La semilla del diablo' es la película de terror en la que visualiza con más claridad sus dos embarazos. Gracias, Desirée. Por el grito y las risas. Por la valentía y la sinceridad.

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