DOS MIRADAS

JxCat y el bumerán

El partido ha actuado con contundencia tras las denuncias de acoso sexual contra Eduard Pujol, y así debe ser

El portavoz adjunto de JxCat en el Parlament, Eduard Pujol, en una rueda de prensa.

El portavoz adjunto de JxCat en el Parlament, Eduard Pujol, en una rueda de prensa. / periodico

Emma Riverola

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JxCat ha forzado la dimisión de Eduard Pujol, el que era su portavoz en el Parlament, tras recibir varias denuncias por acoso sexual. Más allá de su inocencia o culpabilidad, es relevante la contundencia del partido. También la aceptación social de la posibilidad: el acoso sexual ya no es negado por sistema. La reivindicación feminista lo ha hecho visible, reprobable y punible. Ha desvelado la extensión del problema y ha dado aliento a las víctimas. Empresa, política, medios, deporte, cultura… no hay sector libre de denuncias. La explosión del #MeToo ha sacudido el marco mental de las relaciones entre hombre y mujer en todos los ámbitos del poder. El miedo aún atenaza a muchas mujeres pero, a priori, ya no son tratadas de locas, aprovechadas o exageradas. El acosador es el único que debe sentirse en el punto de mira.

JxCat ha actuado con contundencia, y así debe ser. Cualquier crítica que vincula el acoso a la ideología del partido es un desprecio más a las mujeres agredidas. El acoso sexual impregna a toda la sociedad. Utilizarlo como arma arrojadiza comporta el riesgo de verlo llegar transformado en bumerán.