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El Pacto de Toledo no es cosa de viejos

El documento urge a actuar contra el descrédito justificado del sistema de pensiones entre los jóvenes

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Rosa María Sánchez

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Parafraseando la célebre película de los hermanos Coen, el Pacto de Toledo no es [solo] cosa de viejos. O, al menos, no quiere ni debe serlo. Los grupos políticos de la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo someterán este martes a debate y votación un texto que ha tardado cuatro años en llegar y que, a diferencia del anterior (del 2011), incluye dos nuevas recomendaciones. La 17 bis, dedicada en exclusiva a "Juventud y Seguridad Social". La 19 bis habla de "Seguridad Social y economía digitalizada" y subraya del riesgo de "desigualdad y de debilitamiento de la cohesión social" que subyace en muchas actividades desarrolladas a través de plataformas digitales.

"La Comisión advierte del descrédito que sufre nuestro sistema de Seguridad Social entre la juventud", lanza el documento, como una piedra al agua. "Muchos jóvenes están convencidos de que no accederán a una pensión pública o de que ésta no será suficiente para poder vivir dignamente", se añade en su primera onda expansiva. El documento ensalza el principio de "solidaridad intergeneracional", como elemento clave del "contrato social" en el que se sustenta el sistema de reparto de las pensiones: los trabajadores de hoy, también los más precarios, pagan las pensiones de los pensionistas de ahora. Y por eso insta a adoptar medidas que haga partícipes a los jóvenes de la necesidad de preservar el sistema. "Debe reforzarse la confianza de este colectivo en el Estado de Bienestar", remata.

Para ello lanza algunas propuestas a los legisladores que deberán ir acoplando las recomendaciones del Pacto de Toledo en sucesivas reformas. Hay que mejorar la protección social de los becarios y combatir el fraude laboral en este colectivo, se afirma.

Pero es el ámbito de las plataformas digitales donde el documento pone el dedo en la llaga. Aboga por favorecer la inclusión en el sistema de cotizaciones de la Seguridad Social de estos trabajadores y de luchar contra "la figura del falso autónomo". La intermitencia de muchos de estos trabajos y la economía sumergida que suscitan "pueden plantear un problema serio de infracotización" y de "insuficiencia protectora". Y todo ello, además, "amenaza con socavar las bases de la legitimidad del sistema de reparto, con sus efectos inmediatos en la solidaridad en que se basa ese mismo sistema". 

No puede haber mayor grito de alerta. Si los jóvenes no se sienten partícipes del pacto intergeneracional que sustenta el sistema de reparto el contrato social "se va al carajo", como seguramente hubiera dicho en la frontera mejicana de EEUU el sicario que Javier Bardem interpretó de forma magistral en 'No es país para viejos'.

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