Ideas

El ala oeste de la raza blanca

Un mundo imaginado por Sorkin quizás no será perfecto, pero sí muchísimo mejor que un mundo sin imaginación o imaginado por los mediocres que escriben el guión de nuestro planeta aquí y ahora

El ala oeste de la raza blanca

El ala oeste de la raza blanca / periodico

Miqui Otero

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Durante un tiempo, mi chica vivió en El Ala Oeste de Nuestra Casa de Paredes Blancas y Estucadas. Esto es, se metía en la habitación a encadenar episodios de esa serie que planteaba el mejor de los gobiernos de Estados Unidos, con gente que hasta para pedir un café (o extra de sacarina) lo hacía de forma ingeniosa y con cien ideas buenas por minuto, siempre deambulando por los pasillos eternos de las decisiones.

Yo lo dejé por imposible, porque uno debe aprender pronto que es imposible competir con personajes de ficción. Y mucho más si se los ha inventado un señor llamado Aaron Sorkin. En 'El ala oeste de la Casa Blanca' el presidente era un Nobel de Economía, sí, pero más importante aún: se ponía la chupa con un solo gesto, algo así como una manoletina torera Matrix (su actor, Martin Sheen, ya bordaba esa maniobra en 'Malas Tierras'). Comparen con el actual presidente, que baila como un muñequito de Papa Noel sin pilas y apenas sabe sumar con decimales. Yo ensayaba ese gesto con mi bata, pero no había caso.

Si la inteligencia de Sorkin puede llegar a empalagar, pero jamás abruma y siempre es estimulante, es porque la pone al servicio de lo que él entiende como bondad. Se le decía, ya entonces, que era poco realista una serie así, pero es que él no quería plantear el mundo como era, sino como él creía (y cree) que debería ser: con gente lista al mando y con un cierto vector de bondad guiándola. 

Lo hace, es cierto, con un mundo ultramasculino y blanco. Sorkin no deja de ser un tipo moderado y algo chapado a la antigua. Pero es audaz y generoso con su audacia. Y no es casualidad que días antes de las elecciones que podrían perpetuar al Racista Naraja con peinado tortilla francesa en la Casa Blanca, se esté hablando de él una vez más, con el estreno de un especial de 'El ala oeste' y con el de la película suya sobre el juicio a los grandes activistas de finales de los sesenta.

Un mundo imaginado por Sorkin quizás no será perfecto, pero sí muchísimo mejor que un mundo sin imaginación o imaginado por los mediocres que escriben el guión de nuestro planeta aquí y ahora.

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