Luz al otro lado del mundo

Un control de carretera en Afganistán.

Un control de carretera en Afganistán. / periodico

Rafael Vilasanjuan

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Olvidémonos por un momento del virus y viajemos lejos, allá donde el mundo parece sumido en un abismo permanente.  Una de las características de la pandemia que destruye vidas y enfrenta a gobiernos con ciudadanos, es que todo el resto de las crisis han pasado a segundo plano, desde las amenazas del cambio climático a la pobreza extrema, el hambre o las guerras ¿Qué pasa con esas otras catástrofes a las que puntualmente nos asomábamos? ¿Han desaparecido? Teniendo en cuenta que nos quedan meses, -ojalá no sean años-, para recuperar la estabilidad y que nuestras vidas dejen de depender de un virus, esta semana he querido abandonar el foco de la pandemia a nivel global, el peso de la sobrecarga informativa y el de una agenda política muy cargada, para recalar en Afganistán.

A pesar del silencio, Afganistán sigue ahí tras más de 40 años de conflicto ininterrumpido, desde el levantamiento y la guerra civil a la llegada de los Talibán pasando por las invasiones primero de Rusia y, desde la caída de las Torres Gemelas, la ocupación occidental liderada por EEUU. No es de extrañar que en los índices de países menos seguros del mundo Afganistán repita año tras año como el peor. Tanto que 9 de cada 10 afganos no han conocido en su vida un solo instante de paz. Por eso es bueno traerlo cuando por curioso que parezca, el silencio y estupor en el que nos ha sumido el virus aquí, ha propiciado que las conversaciones entre el gobierno, apoyado por occidente, y los Talibán, empiecen a arrojar luz en tierra hostil.

Las conversaciones empezaron a finales de Febrero, justo cuando la primera ola estaba a punto de encerrarnos en casa. Promovidas por el gobierno americano, la promesa de retirar las tropas extranjeras en 2021 ha propiciado finalmente el encuentro entre el gobierno oficial y los líderes Talibán.  Llevan un mes hablandodirectamente sobre todo lo que les separa. La apuesta es conseguir el final de la violencia a cambio de un poder mas inclusivo. Aunque le va bien para su campaña, Donald Trump aseguraba esta semana que los soldados americanos estarán de vuelta en casa antes de fin de año, un compromiso por ahora difícil pero que podría materializarse en el marco de estas conversaciones. Incluso el presidente Afgano, Ashraf Ghani ha viajado esta semana a la capital de Catar, para impulsar los acuerdos.

Los problemas son enormes, el país está en el abismo, sobreviviendo solo gracias a la economía que genera el conflicto, un círculo del que es difícil escapar. Pero las conversaciones ya abordan senderos pantanosos como el respeto a los derechos de la mujer, liberar a los presos talibán o iniciar un alto el fuego, que permita empezar a reconstruir desde abajo ¿Será posible la paz con los Talibán? El dilema sigue abierto, pero lo que es seguro es que sin ellos en la ecuación, la guerra no acabará. En tiempos tan turbulentos los avances esta semana en Catar apuntan a que puede haber camino. Al menos un punto de luz entre tanta oscuridad.

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