Desde Sabadell
Un cadáver en Gràcia
Pau Arenós
Coordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con una quincena de libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona'. Entre las últimas publicaciones, 'Nadar con atunes y otras aventuras gastronómicas que no siempre salen bien' y 'San Elvis, ruega por nosotros. Crónicas de un tiempo irreverente'
Pau Arenós
El 2020 comenzó pésimamente con 'Gloria', no la de Umberto Tozzi, sino la del vozarrón meteorológico, una borrasca que barrió Catalunya como un heraldo de las desgracias que estaban por venir. Ese mismo día, empezaron las obras en la antigua escuela de música de Sabadell, en la plaza Jean Piaget, en el barrio de Gràcia, mientras el vendaval helaba las sonrisas y las estiraba con las violentas comisuras del Jocker.
A nadie le pareció prudente posponer los trabajos de inicio. Obreros tapados como esquimales clavaron palos metálicos e intentaron alzar la valla que iba a separar el edificio de los peatones. No la terminaron y la frágil estructura de metal estuvo moviéndose toda la noche con una música siniestra. Podría haber volado y convertido a cualquier ciudadano en un interior de sándwich, en una loncha de jamón de York.
El edificio municipal iba a convertirse en la Oficina d’Entitats i Voluntariat y la empresa encargada de la rehabilitación tenía que vaciar el interior y transformar el inmueble de 1931, que sirvió como comedor de la fábrica textil Cal Marcet, en un ejemplo de sostenibilidad y ahorro energético.
De momento es un queso emmental bien ventilado: hasta marzo fueron despojándolo de ventanas y de elementos superfluos, incluidas paredes. Lo desfiguraron hasta ese punto tétrico en el que es imposible adivinar cuál será el rostro futuro.
En primavera desaparecimos del mundo, obligados a estar en casa, y la obra enmudeció. La vida ha retornado con sus ruidos y derrumbes, pero el edificio permanece en silencio. En julio preguntamos al Ayuntamiento sobre cuándo regresaría la excavadora.
Nos marearon entre departamentos, de urbanismo a vía pública para terminar en Servei d'Obres d’Edificis i Bens Municipals, donde contestaron de forma concisa: A) la "empresa adjudicataria" tiene "problemas internos" y B) la obra se retomará “a la máxima brevedad posible”.
La brevedad es un término filosófico: tres meses después hemos insistido, y nada.
El muerto de Gràcia ya huele. El cadáver está a la intemperie. Que lo entierren o que lo resuciten.
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