Homenaje

Hispanidad: el factor Azaña

El expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, durante su visita a la tumba del presidente de la Segunda República Manuel Azaña, en Montauban.

El expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, durante su visita a la tumba del presidente de la Segunda República Manuel Azaña, en Montauban. / periodico

Carles Francino

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Si no se tuerce por algún imprevisto -nada descartable en estos alocados tiempos- el Congreso rendirá homenaje dentro de unos días a Manuel Azaña. Parece una quimera en el actual escenario de navajeo político a costa de la pandemia, pero la convocatoria de ese acto evoca -soñar es gratis- los aires de complicidad que se respiraban tras la muerte de Franco: todos de acuerdo, al menos en lo básico. Bueno, casi todos. Vox se ha borrado del homenaje al considerarlo inoportuno, cosa lógica ya que ellos prefieren a Franco antes que a Azaña. Las cosas claras; y además, contra gustos no hay disputas. Siempre que esos gustos no incluyan encasquetarte unas ideas a tiro limpio y fulminar a cualquiera que te lleve la contraria; que es exactamente lo que hizo Franco. Y además a lo bestia.

Creo que está bien recordarlo ahora que asistimos a intentos descarados de blanquear su legado. Y justamente por eso tengo muchas ganas -muchísimas- de ver a populares, socialistas, podemitas… a todos juntos aplaudiendo la memoria del republicanismo democrático. Igual eso le sirve al gobierno municipal de Madrid (PP/Ciudadanos) para salirse de la trampa en la que cayeron con la propuesta de la ultraderecha de retirar el nombre de las calles dedicadas a Largo Caballero e Indalecio Prieto. ¿O no fue una trampa? Porque si el único motivo para desposeerles del reconocimiento público es su carácter republicano -las patrañas sobre supuestos crímenes las han desmentido un puñado de historiadores- no se entiende que honren la memoria de quien fue presidente de la República. La figura de Azaña es un ejemplo claro de cómo repasar nuestro pasado podría -y debería- unirnos en lugar de volvernos a enfrentar. Y ya puestos a pedir, dado que su padre -el emérito huido- se abrazó con la viuda de Azaña en 1978, ¿no podría Felipe VI plantearse su asistencia a este acto? Ahora que hay tanta gente preocupada por él, creo que enviaría un mensaje muy potente. Pero hay que estar convencido de hacerlo. Ojalá pudiéramos incorporarlo a la celebración de eso que llaman Hispanidad. 

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