CRISIS EN EL BARCELONA

El tiro al pie de Bartomeu

La destitucuón de Andoni Zubizarreta como director deportivo fue un golpe de mal genio muy mal medido

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Antonio Bigatá

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A los que elaboren cronologías sobre la etapa de Josep Maria Bartomeu como presidente del Barça les recuerdo que no deben olvidar la fecha en que se tiró en el pie el disparo que a la larga ha acabado matándole por un rebote hasta el mismísimo corazón. Fue exactamente el  4 de enero de 2015. Ese día destituyó a Andoni Zubizarreta como director deportivo, molesto por su franqueza en las situaciones en que ambos no estaban de acuerdo. Fue un golpe de mal genio y mal estilo pero además muy mal medido. Con este gesto sacó de la cúpula del club a la única persona que al mismo tiempo sabía de verdad de fútbol , que conocía la mentalidad de los jugadores y las leyes secretas imperantes en de los vestuarios, y que por su capacidad natural de comprensión de las cuestiones psicológicas complejas se había titulado en un verdadero master sobre lo que era ese inmenso elefante indomable que se llama Barça.

A partir de aquel momento, de esta decisión propia, Bartomeu  fue un presidente que tuvo que decidir personalmente (con una escasa asesoría profesional de nivel) sobre cuestiones que a diferencia de Sandro Rosell él no conocía.  El paso de nombrar a Abidal como responsable de la parcela deportiva ya le retrató como hombre con sensibilidad, porque el exfutbolista francés había sido leal con la entidad y era muy querido por los socios, pero también como directivo poco práctico: en el Barça la dirección deportiva es una responsabilidad que requiere a un experto y no a un amigo. Abidal ni conocía las complejidades de la cantera azulgrana, algo básico para su trabajo, ni tampoco las entrañas del mercado español y el mercado internacional de futbolistas, y encima era una verdadera incógnita como gestor. 

Un hombre de paja

En la práctica lo que consciente o inconscientemente hizo Bartomeu  con Abidal fue colocar en ese puesto especializado del organigrama a un hombre de paja que disimularía que el tipo de decisiones que desempeñaba Zubizarreta a partir de entonces las iría adoptando él en los ratos libres que se lo permitiese su responsabilidad como presidente. Eso ya ha pasado otras muchas veces en el fútbol, que es algo sobre lo que casi todos los forofos creemos fantasiosamente que sabemos mucho. La apoteosis negativa del desconocimiento de la asignatura profunda le ha llegado a Bartomeu  en los últimos tiempos. Primero cuando cometió la imprudencia de relevar a Valverde sin tener atado ningún plan para sustituirle y sin conocer debidamente el mercado de entrenadores. Y como remate  cuando ha tenido que dirigir una operación masiva de salida de jugadores descartados por Koeman, demostrando que ni sabía vender, ni sabía moverse en las candilejas del escenario general de los clubs para colocar a préstamo o en cesión ventajosa para el Barça a quienes no conseguía traspasar. Al final incluso ha ofendido de forma imperdonable al conjunto de la masa social barcelonista al regalar a Rafinha al PSG,  la entidad que ha maltratado públicamente mas al club en estos últimos años.

El confusionismo que rodea actualmente al Barça determina que haya gente que en otro orden de cosas publicita como el peor pecado de Bartomeu  lo que posiblemente la historia demostrará dentro de algunos años como su principal acierto: la gestión durante los tensos movimientos políticos que rodearon al 1 de octubre de 2017. Su decisión de jugar a puerta cerrada aquel partido contra el Las Palmas que algunos querían que no se disputase para que las previsibles represalias incinerasen al Barça y agravasen circunstancialmente la situación catalana, fue sabia. A mí me pareció que fue la propia de un presidente serio e independiente a la hora de defender lo más transversal del club, lo que, por otra parte, no ha sabido hacer en otras parcelas.