Análisis

Una vacuna para Madrid

La estrategia casadista es convencernos de que Madrid es toda España pero no, otros gobiernos, incluso del PP, lo están haciendo mejor

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Javier Aroca

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Ana Pastor recriminaba al ministro Illa su actitud para con la pandemia, pidiéndole, costumbre de la casa, que se vaya, por el país y por los españoles. Pero no, lo que está pasando en Madrid no es lo que pasa en España, es solo lo que pasa en Madrid.

En Madrid, desde que comenzó esta peste, el Gobierno encabezado por Díaz Ayuso no ha hecho sino servir la oposición al Gobierno central sin importar otra cosa que su interés opositor,  brazo tonto de Pablo Casado, tal vez, pero muy dañino para la salud de los madrileños, los españoles, la economía y la reputación de todo el Estado. En realidad, el Gobierno de Ayuso no ha hecho otra cosa que practicar la insumisión -en otros casos no se dudaría en calificarla de sedición- por la vía del filibusterismo institucional.

No es difícil recordar cada uno de los hitos opositores de este semestre en donde, desde Madrid, se ha dudado de todo, se ha contestado a todo, se ha recurrido a todo. Y a su contrario. Por la vía política, la mediática y la judicial. De niño nos contaban el cuento de la buena pipa: yo no te digo ni que sí ni que no, sino que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa. Y así en bucle. Nunca se ha visto ni asomo de, no digo colaboración,  sino de, al menos, lealtad 'federal'. 

El Gobierno de Ayuso ha sido, pretende seguir siéndolo, el ariete, no ya del PP sino de Pablo Casado y el casadismo -un 'spin off' menor de Aznar- que ya ha advertido que si cae Ayuso, caerá Casado, y su ultraversión hispánica del trumpismo.

Aunque también es cierto que todo el PP y lo que representa que dicho partido siga gobernando Madrid se han sumado alegremente a las astracanadas de la presidenta madrileña. No es verdad que todos los gobiernos sean iguales, sin duda que el Gobierno central también habrá cometido errores, pero no hay, hoy por hoy,  Gobierno parangonable en España al de Madrid. Ni políticos como Díaz Ayuso, Ignacio Aguado, Miguel Ángel Rodríguez o Enrique López en  todo el Estado. 

En encuentro de Pedro Sánchez con Díaz Ayuso en la sede del Gobierno madrileño, con aires caucásicos en su estética, no dejó de ser una 'performance' para ingenuos. No iba a ceder su papel el ariete madrileño, la prueba es que recayese la responsabilidad de su buen fin en Miguel Ángel Rodríguez, hombre de reputadas afinidades con la carcunda capitalina, al igual que Enrique López, el fulgurante hombre fuerte de Ayuso, que ya demostró  sus debilidades humanas y políticas en otras de sus vidas.

A todo esto, se prestan las armas entre la soldadesca popular.  Presidentes como Feijóo o Moreno Bonilla se desmarcan de fotos y afinidades con el Gobierno de Madrid, a la espera de mejores tiempos en los que no parece que vaya a estar Casado.

La estrategia casadista es convencernos de que Madrid es toda España pero no, otros gobiernos, incluso del PP, lo están haciendo mejor. En Madrid se juega con la salud de los madrileños, de los ciudadanos del Estado y su salud económica y reputación en un modelo de Estado cuya capitalidad se ha demostrado fallida.

Hemos acabados en la solución constitucional del estado de alarma. Es lo mejor para ellos y para nosotros. Aunque lo mejor vendrá cuando tengamos una vacuna contra el virus y otra contra este tipo de gobiernos de Madrid; que no se repita ni un mal ni el otro.

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