Los segundos que podrían ser primeros

Kamala Harris y Mike Pence.

Kamala Harris y Mike Pence. / periodico

Ruth Ferrero-Turrión

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El debate de Kamala Harris y Mike Pence ha sido el más importante de estas características de los últimos cuarenta años ya que existe la posibilidad real de que ambos pudieran llegar a ser presidentes durante los próximos años. La edad de Biden y la evolución de la enfermedad de Trump lo hacen una opción no descartable. 

Esta noche los segundos se dirigían, en el contexto de un país muy polarizado, a los pocos indecisos en unos pocos estados que serán determinantes en el resultado final Florida, Wisconsin, Pensilvania, Michigan, Carolina del Norte y Arizona. Todos ellos se decantaron por Trump en 2016.

El debate se ha desarrollado de manera tranquila, respetando los turnos de palabra y con total educación. Harris con la mejor de sus sonrisas en todo momento, Pence, hiératico e inexpresivo. Ambos seguros en sus argumentarios no se salieron del guión planteado.

Comenzó el debate en torno a la gestión del covid-19 con todas sus derivadas. Harris pasó, como era previsible, al ataque. La ausencia de información y prevención del contagio basada en la negación fueron los argumentos de la demócrata. En su réplica, Pence defendió el cierre de las comunicaciones y el tráfico con China y el desarrollo temprano de la vacuna como medida estrella de la Administración Trump. Como corolario su apelación a la responsabilidad individual de la ciudadanía en la protección de la expansión del virus sin intervención estatal, el argumento conservador por excelencia, y apeló a la fé y la memoria de los muertos por la pandemia. Su lema 'Trust

in American People'. Ninguna sorpresa.

Además de la gestión de la pandemia se debatió sobre el giro conservador de la judicatura y especialmente el Tribunal Supremo, en torno al nombramiento de Amy Garrett y la cuestión del aborto, el Green New Deal o la violencia racial en EEUU, temas donde las posiciones son radicalmente diferentes, cuando no opuestos.

Harris presentó la candidatura demócrata como la única capaz de fortalecer a la democracia americana y apelando a la transparencia mostrada por Biden frente a la opacidad de Trump. Presentó las propuestas electorales y las confrontó con las de los republicanos en temas como el Obamacare, las políticas verdes o la inversión en innovación, educación e infraestructuras. Por su parte Pence, planteó el discurso del miedo frente a los radicalismos sostenido sobre mimbres identitarios y de la confianza de su candidatura en las capacidades del pueblo americano frente al tutelaje que pretenden los demócratas. No dudó en presentar a Biden como parte del 'establishment' frente al 'selfmade man' que representa Trump y que crea empleos. 

La Política Exterior ha tenido un sorprendente protagonismo. En líneas generales ha mostrado la unanimidad en la visión que tienen demócratas y republicanos sobre China como rival sistémico, la desaparición de Rusia como eje de debate, y la ausencia absoluta de la UE, demostrando la defunción de la relevancia geopolítica del eje atlántico.

El debate de vicepresidentes ha sido el primero en el que se ha hablado de política norteamericana, el anterior no fue posible, las formas del presidente no lo permitieron. Veremos que sucede en los siguientes, si es que llegan a celebrarse.

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