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Sitges contra el terror

El Festival de Cinema Fantàstic de Catalunya llega a su 53ª edición gracias al esfuerzo de los organizadores, que se enfrentan a la crisis del covid-19 con un planteamiento híbrido

Ambiente en la jornada inaugural del Festival de Sitges 2020

Ambiente en la jornada inaugural del Festival de Sitges 2020 / periodico

La industria cinematográfica ha sufrido un impacto múltiple por la pandemia. El primero, y económicamente con mucho el más grave, ha sido el cierre de las salas de exhibición, primero, y su reapertura con limitaciones de aforo y aplazamientos sucesivos de grandes estrenos después, mientras sigue creciendo la competencia de la distribución de contendios a través de plataformas digitales. Pero no son negligibles los efectos de la anulación de muchos festivales, que no son solo escaparate de las nuevas producciones sino punto de encuentro de la profesión y reclamo turístico de primer orden. Poco a poco, la determinación de los responsables de varias citas consiguió poner en pie festivales que se retransmitieron a través de plataformas digitales y, en cuanto fue posible, fórmulas mixtas, presenciales y telemáticas, como el reciente de San Sebastián. Un esfuerzo de adaptación al que se ven abocados todos y cada uno de los sectores de la cultura, que están dándolo todo para que el horizonte pospandémico no nos deje un tejido cultural arrasado. Pero que requieren un especial apoyo no solo por su valor intrínseco sino también por la particular situación de precariedad de la mayor parte de los profesionales implicados en la creación.  

Un caso singular es el Festival de Cinema Fantàstic de Catalunya, que llega a su 53ª edición gracias al esfuerzo de los organizadores, que han conseguido hilvanar en Sitges una muestra que se enfrenta a la crisis del covid-19 con un planteamiento híbrido que ofrecerá 254 películas en 7 espacios de la localidad y 155 filmes para poder ver en casa, en la llamada Sala Virtual. «Este año -ha declarado el director, Àngel Sala- todo será diferente, pero seguirá siendo Sitges». Será distinto, porque entran en juego meticulosas medidas de prevención sanitaria que han obligado a anular eventos y limitar el contacto directo entre cineastas y espectadores. Pero el festival seguirá siendo un punto de encuentro presencial y continuará en la línea de mostrar las últimas novedades de un tipo de cine que congrega a una gran cantidad de adeptos y que en tiempos como los que vivimos dibuja los miedos, el terror, el futuro o los oscuros recovecos de una sociedad inmersa en una realidad que se parece demasiado a una distopía cinematográfica.

El festival conmemora los 100 años de 'El gabinete del doctor  Caligari'. Como anuncia el espot oficial del certamen, sin esta película «el cine no habría sido lo mismo». Como tampoco sería igual sin la emoción, el temblor y la pasión que Sitges vuelve a convocar a pesar de todas las dificultades.