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La visita de Felipe VI

El Gobierno sobreactúa tras los ataques de la derecha por el anterior veto a la presencia del Rey en Barcelona

Los Reyes irán el lunes a Poblet pero aplazan su visita a Barcelona

Los Reyes irán el lunes a Poblet pero aplazan su visita a Barcelona / periodico

Joan Tapia

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El Gobierno se equivocó al vetar (sin explicación) la ya anunciada presencia del Rey en el acto con la última promoción de jueces que se celebra cada año en Barcelona al ser la sede de la Escuela Judicial. Justificarlo afirmando que “hay decisiones muy bien tomadas” (vicepresidenta Calvo) es confundir la ciudadanía con un parvulario.

Luego el Gobierno ha dicho que lo que desaconsejaba la presencia real era la posible coincidencia con la sentencia del Supremo sobre Torra. Había que evitar la crispación. Y ha añadido -cierto- que el emplazamiento del acto en el Tibidabo era conflictivo y que Carlos Lesmes, el presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), no quiso cambiar la fecha. De ahí se deduce que la tensión Gobierno-Lesmes por la situación anómala del CGPJ también contó.  

Es irresponsable que el PP recurra a la institución monárquica para atacar a Pedro Sánchez

Además, el Rey telefoneó a Lesmes (cortesía o ligereza) diciendo que le habría gustado asistir. Lesmes lo hizo público y la derecha aprovechó para atacar al Gobierno. Y la crítica subió de tono tras el oportunismo (o agenda oculta) de Podemos descalificando al Rey por interferir en la acción del Ejecutivo. Y la derecha (también la mediática) acusó a Sánchez de no querer defender al Rey del contubernio republicano de Pablo Iglesias y el independentismo. Incluso insinuó que Sánchez era cómplice.

Es lógico que todo esto preocupara al presidente. Y que, para desmentir choques con la Casa Real, asistiera el martes en Madrid, junto al Rey, a la cita anual del Instituto Cervantes. Más discutible es la visita conjunta del Rey y el presidente -pocos días después de la ausencia del 26 de septiembre- a un acto de promoción de Barcelona como capital tecnológica organizado por el Consorcio de la Zona Franca. No por el acto, sino porque Catalunya vive un momento conflictivo -y preelectoral- en el que la visita conjunta, para mostrar buena relación entre Felipe VI y Pedro Sánchez, puede ser inconveniente.

Es posible que, visto desde Madrid, esta visita sea un gesto que aplaca uno de los peores y menos fundados focos de tensión políticos, como escribe un solvente columnista. Pero uno de los mensajes esperanzadores de Pedro Sánchez es que la pervivencia del conflicto catalán es muy negativa y que debe ser resuelta con desinflamación (lo enunció la entonces ministra de Justicia, hoy fiscal general del Estado), diálogo y negociación.

Y esta visita conjunta, para desmentir los ataques de la derecha, tiene contraindicaciones. Indica, primero, una actitud defensiva de Sánchez: ¡que no pueda decir el PP que no defiendo al Rey, incluso en Catalunya!

Es absurdo que Podemos se agite contra el jefe del Estado cuando sabe que así debilita al Gobierno del que forma parte

Vale. Pero más importante que parapetarse ante Casado es la necesaria desinflamación. Y esta visita tiene problemas. No se trata ya de las posibles protestas en la calle, que tienen el valor que tienen. Además, no es bueno que el 'president' actual de la Generalitat, Pere Aragonès, no acuda al acto. Aragonès olvida así su papel institucional, sí, pero debe de creer que le perjudicaría como candidato de ERC -el partido independentista que permitió la investidura de Sánchez- en la larga campaña electoral que se acaba de iniciar.

También porque el desencuentro entre el Rey y un sector significativo de Catalunya tras el discurso de Felipe VI de octubre del 2017 sigue ahí. Parte de la sociedad -no solo la separatista- cree que, como mínimo, fue incompleto al no tener presente que la primera obligación de un jefe del Estado es ser una figura de cohesión y por tanto de unión.

Y no es solo Pere Aragonès. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, del mismo grupo político que el vicepresidente Iglesias, tampoco asistirá alegando las sospechas sobre la conducta del Rey emérito.

¿Se avanzará en la desinflamación y el diálogo con esta visita? ¿La solvencia política de Pedro Sánchez saldrá beneficiada? ¿Ayudará a la imagen de Felipe VI?

Hay exceso de ruido e improvisación sobre la figura del jefe del Estado. Es irresponsable que Pablo Casado use la monarquía para atacar a Pedro Sánchez. Es absurdo que Podemos se agite contra el Rey cuando sabe que así solo desestabiliza al Gobierno (sin mayoría) del que forma parte. Revela confusión que el Gobierno errara con la cita judicial y que ahora Pedro Sánchez instrumentalice una visita con Felipe VI para desmentir al PP. Y tampoco ayuda que el Rey peque de ligereza telefónica.

Son comportamientos peligrosos porque el jefe del Estado, tanto en las monarquías como en las repúblicas, es una institución clave en los momentos que vivimos, en medio de zozobra y gran incertidumbre.

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