DESDE EL POBLE SEC

Ruido de barrio

Bienvenida sea la pacificación si de lo que se trata es de conseguir bajar el volumen de las máquinas para recuperar las voces de las personas

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Isabel Sucunza

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Hace unas semanas nos sabíamos de memoria los menús de los campamentos de verano que se hacían aquí al lado. Como hacía calor, teníamos los balcones abiertos todo el rato y a primera hora de la tarde, que era cuando nosotros veníamos a comer a casa, todos los días, un par de grupos de monitores y críos y crías de por aquí bajaban las escaleras que unen el paseo de la Exposició y la calle del Poeta Cabanyes y, al repartirlos, los críos a sus padres, cada uno en su portal, la conversación siempre era la misma: hoy se ha comido la fruta, melón; las verduras, en cambio, solo la mitad. Un día era melón y verdura; otro, sandía y ensalada y así iban haciendo, de portal en portal, para acabar cada parada con unos cuantos “hasta mañana, hasta mañana, hasta mañana” cantarines, mezcla de voces adultas e infantiles.

Ahora que hace un poco más de frío, las voces que nos llegan algunas noches desde las mismas escaleras son más adolescentes. Suenan más adultas y suelen hablar más de beber que de comer. El otro día nos reíamos: dos guardias urbanos le explicaban a un grupito que llevaba un buen rato sentado en los escalones que no podían beber en la calle, que les pondrían una multa. Una de las chicas respondió que, venga, que estaban de buen rollo y super tranquilos, y que buen karma y tal. “¿Karma?”, le respondió el poli, “yo no creo en eso; imagínate, con mi trabajo…”.

Las conversaciones hacen barrio en el Poble Sec y en cualquier lado. Siempre pienso que bienvenida sea la tan famosa, últimamente, pacificación de las calles de la ciudad si de lo que se trata es de conseguir bajar el volumen del ruido de las máquinas para recuperar el de las voces de las personas, que siempre tienen más contenido o, por lo menos, suele ser más variado.

En el Poble Sec aún se nos oye a la gente, cosa que no está nada mal para vivir tan embutidos dentro de una ciudad. También es verdad que ahora mismo están pelando Montjuïc y escribo todo esto con un fondo constante de motosierra enloquecida y a lo mejor estoy idealizando demasiado todo lo que acabo de explicar.