LA HOGUERA

El Papa echa a los mercaderes del templo

El Papa reza con creyentes de todas las religiones por el fin de la pandemia

El Papa reza con creyentes de todas las religiones por el fin de la pandemia / periodico

Juan Soto Ivars

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El Papa presentó su encíclica desde la tumba de San Francisco de Asís y fue como si el santo le hubiera pasado los apuntes, o como si se los hubiera pasado Juan Manuel de Prada. Bergoglio ya ha dado muchas muestras de su preocupación franciscana por la redistribución de la riqueza, la concentración del poder económico y la barbarie financiera, y la homilía fue una bomba en los soportes del puente, más calvinista que católico, que ha unido en las últimas décadas la tradición católica con el neoliberalismo. Aquel puente se levantó para canalizar la lucha de la Iglesia contra el comunismo, pero desaparecido el comunismo sirvió para que los mercaderes volvieran a invadir el templo.

La imagen más grotesca de esta unión civil entre dos religiones, la que habla a los pobres y la que habla a los ricos, se encuentra en la planta 33 de la Torre Espacio de Madrid, uno de los centros del poder financiero, donde hicieron colocar una capilla futurista destinada a lavar las manos de los directivos de empresa con agua bendita. En la noche, los madrileños que rondan el paseo de la Castellana pueden ver en las alturas esa luz verde del sagrario en una inquietante confusión entre el cielo y el dólar.

La homilía enfadó mucho a los conservadores. El Papa condenó los desastres de la globalización económica, el consumismo desaforado y el “dogma neoliberal”. Habló del peligro del populismo, que aprovecha los huecos que deja el consumo en la dignidad humana para prometer falsas utopías, y defendió la necesidad de regresar al cuidado, de fortalecer el papel de las Naciones Unidas y de colocar la dignidad en el centro, recordándonos que la pandemia ha demostrado ya que el libre mercado no es la solución a todos los problemas.

Fue un texto de arrebatador humanismo y es curioso que, por eso mismo, también cabrease a ciertas vanidosas católicas feministas. Se llama 'Fratelli tutti' (Hermanos todos) y les molestó que no usara el lenguaje inclusivo. Hoy se crucificaría a Cristo por las causas más inverosímiles...

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