análisis

Más actitud que precisión

Koeman y Pjanic.

Koeman y Pjanic. / periodico

Albert Guasch

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Al Barça de Koeman se le secó la exuberancia de los dos primeros partidos. El Sevilla, un equipo de hormigón, muy bien armado, despeinó a unos cuantos jugadores que nos habían seducido en el arranque. Coutinho, Ansu Fati o De Jong perdieron ayer un poco el flequillo. No parecieron tan guapos. Todo el equipo, en realidad, desmejoró su porte. Nada dramático. Se había empezado la nueva era con formidables sensaciones y el freno ante el campeón de la Europa League cabe en esta fase de reestructuración.

El empate se sudó. El Barça perdió precisión pero estamos en tiempos aún de medir la actitud, por venirse de donde se viene. Y firmamos la aprobación en el minuto 82, cuando Pedri erró un pase arriba que desató un furioso contragolpe sevillista. En un instante, todos los jugadores, menos Messi, se habían replegado, extendiendo una manta térmica sobre el área de Neto. Subrayémoslo: en el minuto 82.  

Revolución facial

Hay un nuevo sentido del esfuerzo, una mejor preparación física y un cambio de estilo de juego, más dinámico. No sumó victoria el conjunto azulgrana, pero el once que terminó el encuentro se acerca a la revolución facial que se reclamó tras lo de Lisboa. Pedri, Trincao, Pjanic, Araújo (que buena pinta tiene este central), Dest, Neto… No los reconocería una buena parte de los aficionados si se los encontrase mañana en un restaurante, y con todos ellos persiguió Koeman la remontada.

Griezmann nunca ha tenido color en el Camp Nou y mantuvo ayer la línea gris que le caracteriza. Koeman, directo como buen holandés que es, también envía mensajes inmisericordes en los cambios. Otra vez le quitó de en medio para alterar el curso del río, sin importarle si hiere su confianza o amor propio.

No espera a nadie Koeman, tiene sangre nueva a la que recurrir. Trincao Pedri se han convertido en su tándem preferido para acelerar. Y se aceleró, aunque no se reflejara en el marcador. Ahora viene un descanso. Y en el club pueden pasar cosas. Quién sabe si ayer fue el último partido de Bartomeu en el palco.