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El FMI estrena manga ancha

El Fondo ha aparcado sus postulados de austeridad, privatización y liberalismo. La duda es si la manga ancha también será manga larga

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Rosa María Sánchez

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El estallido de la pandemia ha sacado a la luz la cara más humana del Fondo Monetario Internacional (FMI). El tradicional adalid de los recortes presupuestarios y del liberalismo se ha puesto ahora claramente del lado del “todo el dinero que haga falta” para superar la crisis sanitaria (sobre todo) y la económica.

En su reciente borrador sobre la economía española, el FMI elogia las medidas económicas adoptadas por el Gobierno hasta ahora, en particular el despliegue de los ertes (22.000 millones hasta ahora) y,  pide más, aunque también de un modo más focalizado.

Donde antes demandaba recortes, ahora habla de intensificar de forma temporal las prestaciones por desempleo y la asistencia social para hacerlas llegar a más personas, durante más tiempo y por una cuantía mayor. Insiste, eso sí, en echar el resto en las políticas activas, para dar una nueva salida laboral a los trabajadores que ahora precisarán esas mayores prestaciones.

Donde antes abogaba por las privatizaciones, ahora se decanta por el rescate temporal de grandes empresas y de pymes, siembre que se tengan por viables a medio plazo.

Donde antes dictaba reducir los costes del despido, ahora plantea utilizar dinero público (fondos europeos) para avanzar en la constitución de una mochila austriaca que a medio plazo alivie la carga de los costes empresariales por extinción de contratos, al tiempo que ayude a acabar con la segmentación del mercado laboral.

Ahora también, apuesta por un modelo de reestructuración de deuda de las empresas con problemas de solvencia en el que los acreedores públicos (Seguridad Social y Hacienda) también sea susceptible de quitas y aplazamientos.

Donde antes instaba a reducir el desfase de las cuentas públicas, ahora elogia la decisión de dejar en suspenso, en este momento, las<strong> reglas fiscales de déficit y gasto</strong>.

Manga ancha para el gasto público y la duda es si también será manga larga, en el tiempo. En algún momento, “cuando la recuperación se encuentre firmemente encarrilada” —no antes del 2023, dice el FMI— habrá que empezar a reducir la carga de una deuda pública que superará el 120% del PIB. Y para entonces cabe la duda de si el FMI se acordará de la manga ancha abierta en este momento o si de pronto se estrechará hasta los postulados de austeridad, ajuste y liberalismo que durante tanto tiempo han constituido su principal seña de identidad

Hay algo en lo que no se aprecia cambio. Cuidado con que el deterioro de la economía llegue al balance de los bancos, advierte. Hay que evitar la aparición de este círculo vicioso, porque eso sería añadir una crisis financiera (como la del 2008), a la sanitaria y económica ya en marcha. Y eso, según el FMI, sería una catástrofe aún mayor.

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