Peccata minuta

Schopenhauer y el 'procés'

Ricard Ustrell y Gemma Nierga.

Ricard Ustrell y Gemma Nierga. / PILAR TOMÁS / ACN

Joan Ollé

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Arthur Schopenhauer, nacido alemán justo un año antes de la Revolución Francesa, escribió en su opúsculo 'Sobre el lenguaje y las palabras': “El exceso de lectura limita la capacidad creativa del pensamiento y resta al espíritu mucha elasticidad. (…) Leer es pensar con el cerebro ajeno en lugar de con el propio”, pensamiento (sic) que Miquel Martí i Pol -tal vez lector como Balzac, Proust, Tolstoi, Baroja o Borges del filósofo de Danzig- secularizó magistralmente en una cuarteta de arte menor: “Llegeixes massa llibres / i et toca poc el vent. / Com vols saber les coses / si et fies dels demés?

De la alta cultura a la de estar por casa. De un tiempo a esta parte, el inmaterial 'El nacional.cat' ha puesto en su punto de mira a Víctor Amela, periodista de 'La Vanguardia', por constatar un par de obviedades: que en TV-3 -y especialmente en el programa FAQS- solo aparecen procesionarios y procesionarias, así como que los libros de no ficción en catalán más vendidos durante la pandemia llevan la firma y los derechos de autor de Puigdemont, Junqueras, Rovira, Forn, Romeva… debidamente difundidos por el nocturno Xavier Graset en su 'Més 3/24'. 'Best seller' + 'Prime time' = Verdad.

Sin movernos de Sant Joan Despí, Ricard Ustrell, 'rara avis' de TV-3, ha tenido que recurrir a los Mossos ante las amenazas recibidas por defender una cierta presencia del castellano en nuestra tele pública (“Sé on trobar-te. Igual tens una sorpresa”). Schopenhauer, hablador de siete lenguas, cita en su ensayo un oportuno latinajo de Carlos V: “Quot linguas quis callet, tot homines vales” (Vives tantas vidas como lenguas hablas).

TV-3 no tiene el más mínimo problema en habilitar su sistema de traducción simultánea para cualquier tibetano o esquimal que exprese en su pequeña lengua sus simpatías hacia el 'procés', pero sigue guardándose muy mucho de invitar a según quienes se expresan perfectamente en catalán y viven a 20 euros de taxi de la 'Sempre teva'. La cosa no solo va de idiomas.

La sufrida cultura catalana (¿?) lloriquea amargamente ante el ominoso porcentaje del presupuesto independentista dedicado a esta palabreja que, como 'democracia' o 'libertad', son de distinto significado según las gafas que las lean. Me quedo, entre todas las acepciones oídas hasta ahora, con la que salió de los labios de una ministra finlandesa del ramo a finales del XX: “La cultura sirve para saber escoger”.

PS: Elecciones catalanas por San Valentín, patrón del amor español. ¿Se quieren más que ayer pero menos que mañana?

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