análisis
Respeto hacia el entrenador
El modo de presionar de los jugadores del Barça ante el Celta constató que Koeman posee 'auctoritas'
Albert Guasch
Periodista
Albert Guasch
Los conceptos teóricos para la recuperación rápida de balón los conoce cualquier técnico de Regional. Dar paso adelante tras la pérdida, buscar la anticipación, incomodar en la recepción de la pelota, presionar, envolver, hostigar… Reclama intuición y orden, pero sobre todo voluntad y esfuerzo.
En los tiempos aún recientes de desidia y autogestión, la presión era flácida y distraída. Ayer en Balaídos ya fue otra cosa. Los jugadores tensaron la musculatura y con determinación se hartaron de robar melones en campo contrario. Demostraron con ello un respeto hacia su entrenador que el aficionado azulgrana necesitaba ver. Koeman parece tener auctoritas y los jugadores, siete de ellos estuvieron en Lisboa, ganas aparentes de sembrar flores en el terreno que ellos mismos calcinaron.
Siete goles a favor y cero en contra, con dos victorias, dan credibilidad y estabilidad a los primeros kilómetros del técnico holandés. Ha dotado de una condición física a la plantilla que también hacía tiempo que no percibía. Se constató con la formidable resistencia pulmonar con 10 hombres y en condiciones meteorológicas hostiles. El trabajo saltó a la vista.
También ha dotado el holandés de una ambición ilusionante, encarnada en los dos cambios de la segunda parte, Pedri y Trincao, redoblando la apuesta ofensiva, pese a la inferioridad numérica. Dice mucho de lo que quiere Koeman, que en un estadio donde el Barça suele hacerse daño mantuvo a cuatro futbolistas que miran el gol.
Incluimos aquí generosamente a Griezmann, la víctima colateral de la expulsión de Lenglet. En una noche repleta de noticias alegres, el francés fue el chaparrón una vez más. Da poco, aún muy poco. Sabe desmarcarse, se dice de la apagada superestrella. Pues bueno…
Buenas noticias
Pero las noticias óptimas abundaron, como decíamos. Y sobresalieron bastantes individuos. Ansu Fati, preciso como un tirador de arco, adelanta por todos lados a Griezmann, está tocado por la magia y quita peso a la mochila de Messi.
Coutinho se ha comido un bote de proteínas: parece más fuerte, más resistente, con más autocontrol. En esta segunda etapa de azulgrana parece dejar atrás el futbolista encogido que a menudo fue. Busquets se ha descubierto jugando bien en el doble pívote al lado de De Jong. El holandés se le vio intenso y exuberante, distinto y ubicado. Neto ofrece garantías. Y Messi es Messi, lo cual es elogio superlativo.
Messi propaga ahora paz y amor en el barcelonismo y da la sensación de haber encontrado incluso la paz consigo mismo. Participa sin acaparar, sobresale porque su talento es indomable pero se sabe mejor acompañado y el temor a que fuera víctima de algún tipo de melancolía puede darse por disipado.
Como diría Daimiel, Koeman le ha cosido el dobladillo al bajón del pantalón. A ver si no se rompe de nuevo.
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