Ideas

A plena luz del día

Una de las consecuencias de la ola general de déspotas de la derecha alternativa y la ultraderecha es la impunidad con que hablan y se muestran sin complejos

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Jordi Puntí

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El otro día estuve viendo, en diferido, el debate de las elecciones en Estados Unidos, entre Donald Trump y Joe Biden. Llamarlo debate es una exageración, porque no se discutieron muchas opiniones ni propuestas. La actitud de Trump, interrumpiendo siempre a Biden, era insufrible, y aún le quedaba tiempo para mentir, amenazar y de paso dar su apoyo tácito a los supremacistas blancos. La estrategia de Biden fue ignorarlo y, por contraste, los pocos argumentos que pudo filtrar parecían muy sensatos. Al día siguiente, el 'New York Times' hablaba de caos y de una situación nunca vista en un debate electoral, convertido en una vulgaridad por culpa de las formas groseras de Trump. ¿Nunca vista?, pensé, debe de ser en Estados Unidos. A mí ese tono impertinente me recordaba a Inés Arrimadas en debates electorales recientes, y la manipulación de datos y el talante despectivo me remitía a Cayetana Álvarez de Toledo.

Quiero decir con esto que hay un estilo que se ha ido perfeccionando en los últimos años, con escaso respeto a las formas de la oratoria, que se basa en un desprecio constante de los rivales políticos y juega con la amenaza de la represión y la violencia, adaptada a las circunstancias particulares de cada país. Si ven en Filmin el documental 'El gran manipulador', de Alison Klayman, sobre las tácticas de Steve Bannon para dominar la opinión pública a través de las redes sociales y divulgar el mensaje reaccionario, xenófobo y racista, entenderán que Donald Trump era su principal experimento, y le funcionó. Después he visto intervenciones de Bolsonaro en Brasil, o de Salvini en Italia, que se inspiran en Trump.

Una de las consecuencias de esta ola general de déspotas de la derecha alternativa y la ultraderecha es la impunidad con que hablan y se muestran sin complejos, a plena luz de día, sabiendo que detrás hay un sistema de control policial y judicial que menudo los protege. Es, por ejemplo, el caso de José M. Aznar desde la fundación FAES cuando se refiere al ministro Illa como "un catalán socialista que amenaza con cerrar Madrid”. La fórmula está pensada para resaltar el estigma de ser catalán —pura doctrina Bannon.

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