Multilateralismo amenazado

ONU: el peor aniversario

Los ataques de Trump a la Organización Mundial de la Salud siembran dudas de que la cooperación global tenga futuro

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Georgina Higueras

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El covid-19 impidió a los jefes de Estado del mundo viajar a Nueva York para asistir al 75º aniversario de la ONU, aunque no les ahorró un bochornoso espectáculo virtual. Tal vez la videoconferencia evitó que Trump se quitase el zapato y, como Jruschov en 1960, golpeara la mesa, pero los insultos y acusaciones vertidos contra el mundo, y contra China en particular, arrojaron el multilateralismo a los pies de los caballos y hundieron a Naciones Unidas en el fango de la intolerancia y la división.

En un momento crucial por el resurgimiento de los nacionalismos y las rivalidades entre las grandes potencias, además del agravamiento del cambio climático, es más necesario que nunca reforzar el sistema multilateral, con la ONU a la cabeza, ante los múltiples desafíos que enfrenta. Nacida para evitar otra guerra mundial, Naciones Unidas se convirtió en el principal foro de diálogo bajo la creencia de que todas las personas somos iguales y merecedoras de dignidad y de que solo trabajando unidos se alcanzarán estos principios básicos. Empeñada desde 2015 en su proyecto más ambicioso y que ha generado más consenso, la Agenda 2030 para un desarrollo sostenible que garantice a las nuevas generaciones un futuro más justo, igualitario y sostenible, la profunda hostilidad entre EEUU y China no solo eclipsó la conmemoración de sus 75 años, sino que amenaza con paralizar la institución.

Durante los enfrentamientos verbales, el secretario general de la ONU, António Guterres, miró para otro lado a la espera de que escampe. Si Joe Biden gana las elecciones, es probable que EEUU vuelva al redil multilateral, aunque ya nadie espera poner en marcha la gran reforma que planeó Kofi Annan para agilizar la anquilosada institución y adaptar el Consejo de Seguridad a la nueva realidad mundial. El derecho de veto de sus cinco miembros permanentes –EEUU, China, Rusia, Reino Unido y Francia— lo condena a la inacción, pero los pulsos geopolíticos, las relaciones de poder y la falta de voluntad bloquean la necesaria reforma.

En estos tiempos aciagos Guterres parece conformarse con haber sacado adelante la declaración que, tras largos meses de negociación, han respaldado virtualmente los líderes de los 193 países. El texto insiste en cumplir los Objetivos del Desarrollo Sostenible y garantiza la supervivencia de la ONU con el compromiso de su financiación. La lucha contra lo que el secretario general considera los males del siglo XXI -la rivalidad geopolítica, calentamiento global, la desigualdad económica y el “lado oscuro del mundo digital”- la abordará con más ímpetu si es reelegido en 2021.

Cuando la pandemia se ceba en millones de personas, sus gobiernos acuerdan cooperar para mejorar la resiliencia global y la preparación frente a otra, pero los ataques de Trump a la Organización Mundial de la Salud siembran dudas de que la cooperación global tenga futuro. EEUU, uno de los países fundadores de la ONU, ya se ha retirado de la OMS, la Unesco, el Acuerdo Nuclear de Irán y el Climático de París. Tampoco ha renovado los pactos de reducción de armamento que mantenía con Rusia y sus acciones boicotean la Organización Mundial del Comercio, también vinculada a Naciones Unidas.

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