Desde Les Corts

El blues del autobús

No se puede pensar en desincentivar el vehículo privado sin volcarse antes en el transporte público, llámese este autobús, Rodalies o lo que sea

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Mar Calpena

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El V5 tarda y aparece lleno. Rondan las ocho de la mañana, la hora en que los SUV y los deportivos de gama alta enfilan la escalada para depositar a sus vástagos en las escuelas que bordean el límite norte del barrio. Pero en el V5, que circula de la Zona Franca a la Creu de Pedralbes, los pasajeros atestados –adiós distancia de seguridad- son quienes educarán a los niños de estos colegios, o quienes limpiarán las casas de esos conductores, más algún chaval acompañado de una 'nanny'. La frecuencia de paso, que se supone de cinco minutos, no se corresponde con la realidad, pese a que, preguntados por ello, en TMB den la estandarizada y vacua respuesta de que “han planificado de las redes de transporte de acuerdo a las necesidades de movilidad”. Porque la movilidad dentro del bus es a esta hora cero, 'niente', ninguna y la gente apoya su mascarilla contra los cristales mientras los coches, ellos sí, campan por la avenida.

Les Corts, creo que ya lo he escrito antes, es una zona diversa en cuanto a renta y envejecida en cuanto a edad. No todo el mundo tiene coche –nunca fue fácil aparcar- y, aunque sería bonito pensar que la bici puede ser una solución generalizada para un barrio prolijo en ancianos y cuestas, es injusto afirmar que solo una reticencia cultural explica que aquí muchos ni se la planteen.

Cualquier política de movilidad debe partir del peatón y del pasajero del transporte público; aunque haya muchas alianzas tejidas con las bicis –yo, que no tengo carné ni lo quiero, desearía también que hubiera más carriles para ellas- no se puede pensar en desincentivar el vehículo privado sin volcarse antes en el transporte público, llámese este autobús, rodalies o lo que sea. Y este, más en tiempo de pandemia, debe ser seguro y fiable para todos, y en particular para quienes van a trabajar. Y si no, luego no nos pongamos las manos en la cabeza porque el virus prolifera entre las rentas más bajas, y el coche entre las calles más altas.