Dos miradas

Tríptico memorable

El tríptico 'La mar rodona' de Sebastià Perelló, escrito con una contundencia aterradora, con una tenaz lucha con (¡y no contra!) la lengua, es una pieza que será perdurable

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Josep Maria Fonalleras

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Cada año se publican novelas buenas y malas, las que han ganado premios y las que se han cocido lentamente, con la persistencia de quien intenta juntar todos los hilos para que tengan sentido. Novelas para pasar el rato o para pensar, reflejando un mundo, que distorsionan o nos acercan. O novelas intrascendentes que no sabes por qué se han editado. Y, después, más allá, mucho más allá, hay obras que serán perdurables, henchidas de un imaginario que nunca olvidaremos, monumentos que serán, como decía Horacio, más duraderos que el bronce.

Es el caso de "La mar rodona”, de Sebastià Perelló, editada por Club Editor. Un tríptico, un retablo de una Mallorca que es el mundo entero, observada por alguien que, como hace Carner en "La peixera i el dubte”, se pregunta si es la mirada la que hace que la mar sea redonda. Es decir, si somos nosotros, mirando, los que convertimos el universo en una pecera que contiene brechas y heridas abiertas. El tríptico de Perelló, escrito con una contundencia aterradora, con una tenaz lucha con (¡y no contra!) la lengua, es una pieza memorable. Pocas se escribirán, como esta. Y cada nuevo lector que tenga será un clamor a favor de la literatura.