Setas, rolex y suicidios
Hoy no hay más que un dilema político, económico y social serio: decidir si volcarse en impedir que la emergencia se transforme en catástrofe irreparable o distraerse en los entremeses. Parece que optamos por esto último
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
¿A qué estamos, a setas o a rolex?, pregunta el bilbaíno del chiste. Si se prefiere, está Camus y su acerado comienzo de El mito de Sísifo: "No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía. Las demás, si el mundo tiene tres dimensiones, si el espíritu tiene nueve o doce categorías, vienen a continuación".
España, como Europa, se enfrenta a la mayor emergencia sanitaria, económica y social conocida en muchas décadas. Hoy no hay más que un dilema político, económico y social serio: decidir si volcarse en impedir que la emergencia se transforme en catástrofe irreparable o distraerse en los entremeses. Sentido de estado o mezquino tacticismo partidista. O estruendosa ineptitud.
Parecería de sentido común que el país estuviera aplicado en el diseño de una gran estrategia de reconstrucción. Un programa industrial verde y digital, no solo para superar la embestida de la crisis, también para salir modernizado de ella, menos dependiente de una industria tan vulnerable y de escaso valor añadido como el turismo. La Unión Europea ha asignado a España 140.000 millones para la reconstrucción, condicionados a los proyectos. La ocasión es única, no habrá otra en décadas.
Así pasan los días
Algunos países europeos ya han esbozado algunos programas. No es el caso de España. Aquí, la discusión política se encona hasta la obscenidad con el desafío de la derecha judicial al Gobierno a cuenta del Rey; el insólito reproche de Felipe VI a una decisión competencial del Ejecutivo; la acomplejada opacidad de una parte del Gobierno respecto a dicha decisión; la extemporaneidad de la otra parte (el debate monarquía-república es estimulante, pero bajo el azote mortal de la pandemia no es más que extravagancia); el empecinamiento de Puigdemont y Torra en imponer a los catalanes un Govern zombi, muerto en vida..., incluso las restricciones circulatorias en el Eixample de Barcelona que tanto enervan en el Turó Park.
En todo esto se nos van las horas y los días. ¿Estamos a setas, a rolex o por el suicidio colectivo?
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