Análisis
Salir de Barcelona hoy, privilegio reservado a unos cuantos
Gemma Altell
Psicóloga social. Fundadora de G360.
Gemma Altell
Llegan informaciones diversas sobre 'huidas' de la ciudad de Barcelona por el covid. Parece que la ciudad se vacía ante la desesperanza de la nueva normalidad y la posible amenaza de un futuro confinamiento. Sin embargo, como casi siempre y como en casi en todo, esta huida no es igual para toda la ciudadanía. ¿Qué está ocurriendo pues? Una vez más evidenciamos las desigualdades sociales que la pandemia ha demostrado con toda su crudeza. Paradójicamente, parece que a quien se le ha hecho más insoportable el confinamiento en la ciudad ha sido a aquellas personas o núcleos familiares que tienen la posibilidad de abandonarla. No es casualidad que zonas pobladas de segundas residencias de las clases adineradas de la ciudad -como la Cerdanya o la Costa Brava- estén anunciando el incremento de población.
Es importante pues observar que, una vez más, la libertad de elección o de transgredir las normas impuestas por salud pública también tiene que ver con el dinero y la posición social. Mientras Madrid confina las poblaciones más vulnerables económicamente, Catalunya no reacciona ante estas salidas de la urbe que también pueden amplificar la pandemia y, por supuesto, son insolidarias. Parece que el nivel de soportabilidad de situaciones adversas es regulable en función de la situación económica individual.
Sabemos además que para decidir trasladarse de la vivienda habitual a la segunda residencia es necesario tener una actividad profesional que permita el teletrabajo; estas situaciones están a menudo vinculadas a profesiones liberales o trabajos con cierto nivel adquisitivo. ¿Qué posibilidades tienen de salir de la ciudad las personas con actividades laborales presenciales poco cualificadas? ¿Muchas de ellas actividades esenciales para sostener la vida en la ciudad? Además, en la mayoría de los casos, son las personas o núcleos que viven en pisos más pequeños y sin salida al exterior y, por supuesto no tienen segunda residencia. Una vez más el privilegio social marca la forma como podemos vivir la pandemia.
Ante datos de contagio que pueden volver a ser alarmantes no podemos permitir que la exigencia sea distinta en función del bolsillo de cada ciudadano. Sabemos que la factura económica, social y psicológica a pagar va a ser mucho más alta para las clases sociales más desfavorecidas. Lo hemos comprobado casi desde el inicio de la pandemia. A día de hoy no hay excusa para hacer ver que no vemos cómo esta situación va a incrementar aún más la brecha social.
Las políticas y también las regulaciones con respecto a la pandemia deben garantizar que las desigualdades sociales no aumenten aun más con la gestión del covid. Es la obligación de los poderes públicos. La frustración que está generando esta nueva normalidad ya está siendo distinta y desigual. El compromiso y la responsabilidad debe ser de todos y todas.
Suscríbete para seguir leyendo
- Una intensa granizada impacta en Barcelona y el litoral catalán
- El SMS que Hacienda está enviando a todos los que han hecho esto en su declaración de la renta
- Sumergir los pies en vinagre, la nueva tendencia que arrasa: estos son sus beneficios
- Catalunya rechaza el reparto de menores no acompañados llegados a Canarias que propone el Gobierno
- Encuesta elecciones Catalunya: El PSC se afianza en cabeza y Junts toma la delantera en su pulso con ERC
- Saltan las alarmas por el estado de salud de uno de los Mozos de Arousa
- Una familia recupera la titularidad de un piso de Girona tras varios intentos de desahucio
- Un luchador iraní es golpeado por el público y suspendido de por vida tras pegar una patada a una chica en el ring