análisis

Los expertos y la sanidad catalana

El grupo de sabios escogido para analizar el sistema han elaborado un texto valiente que aborda la cuestión de la financiación

Material médico en un quirófano.

Material médico en un quirófano. / periodico

Guillem López Casasnovas

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Esta semana, la comisión de expertos de la sanidad catalana ha emitido su informe. Es un texto que está, en general, por encima de las expectativas de lo que se puede esperar de este tipo de estudios. Lo que pienso de estas comisiones ya lo escribí en este mismo diario<strong> el 15 de septiembre</strong>: no se puede esperar demasiado; sobre todo si se valora según las vías que abre para su implementación.

Sin embargo, cabe decir que el texto presentado es valiente. Se dejan de lado ambigüedades y se empieza por abordar la condición necesaria (no suficiente, ciertamente, ya que quedan los temas de gobernanza), que es la financiación. Sin una mejora escalonada hacia aquellos 5.000 millones estimados, es difícil mantener mínimamente los logros actuales de nuestro sistema sanitario. De un gran sistema sanitario? No! Pero a quien diga que es un desastre le puedo dar ejemplos de problemas de salud que se han solventado bastante bien, para el dinero que le dedicamos. Y para quien mantenga que es el mejor sistema del mundo, tengo una lista de deficiencias claramente mejorables.

Estos recursos necesarios pueden venir solo de un mejor sistema de financiación para la Generalitat, de lo que devuelva el Estado de lo recaudado en Catalunya, o de la generación de ingresos propios de los proveedores sanitarios, copagos incluidos. Algunos aquí tienen el corazón partido: copagos no, por prejuicio político, miedo a la dificultad de gestionarlos, o sospecha de efectos sobre la equidad de las personas a la hora de acceder a los servicios sanitarios, desde experiencias que consideran homologables. Pero cambios en el sistema de financiación que puedan aportar más recursos, hacia el concierto foral o hacia un pacto fiscal basado en la capacidad fiscal los territorios, tampoco, por aquello de la solidaridad interterritorial. O bien por personas o por territorios, el estatu quo de la financiación del sistema sanitario está hoy bien trabado. A aquellos que 'nadan' políticamente y no se quieren mojar, el informe los deja en evidencia. Las opciones son las que hay y no valen más indefiniciones.

Fuera de la financiación, ciertamente hay también vida inteligente: gastar mejor! Pero este es un propósito que no debería ser una alternativa si no una obligación, sea cual sea el nivel de financiación. Gastar mejor significa técnicamente someter el sistema a una limitación estricta de prestaciones según coste-efectividad. Dejando de financiar, por tanto, tratamientos que sí son efectivos, pero de coste inasumible por nuestro sistema público, escaso de financiación. Y, obviamente, implica dejar la puerta abierta a que quien pueda se las pague. Ojos que no ven inequidad que no se percibe.

Limitar prestaciones por un umbral determinado, explícito, nos sitúa a los estudiosos en zona de confort pero traslada el problema a políticos y gestores. Y como en política no es esperable, ni exigible, que nadie se suicide por un principio económico, dada la cultura del todo gratis imperante, por racional que a nosotros nos parezca, el camino de las propuestas por el cambio del sistema deviene muy corto. Aunque siempre nos podremos refugiar en un alegato final contra los políticos, la reforma de la gestión pública o la necesidad futura de un cambio educativo, de ciudadanía y social. Y mientras tanto, a hacer un boquete en las arcas públicas y que la rueda ruede con más informes y estudios.

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